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Un día en la vida

7 de mayo

El cineasta comunista Juan Antonio Bardem dirigió en 1979 una película donde relataba la semana más sangrienta de la transición. Empezó con la muerte de dos estudiantes en dos manifestaciones, fruto de dos cargas de una policía aún franquista y acabó con la matanza de l@s abogad@s del PCE y de CCOO en su despacho de la calle Atocha en Madrid a manos de pistoleros de extrema derecha.

Afortunadamente no nos encontramos en la misma sitiuación que aquella semana de enero de 1977, pero esta semana que acaba nos ha ofrecido noticias que llaman la atención de todas aquellas personas que se declaran demócratas. Noticias éstas que nos deben además, preocupar, ya que pueden poner en peligro la convivencia, y las libertades básicas que tanto han costado conquistar en nuestro país, en un intento claro de frenar la consecución de nuevos derechos que nos hagan avanzar como sociedad plural y democrática.

La primera noticia la teníamos con el espectáculo de luz y sonido «Lux Gothorum» proyectado en el municipio de Guadañar, Toledo, que incluía las imágenes del Dictador Francisco Franco y de su aliados nazis Hitler y Himmler. Seguíamos con las declaraciones de un famoso presentador de televisión que afirmaba que su entrevista soñada era con Adolf Hitler, ahí es nada. Después nos enterábamos de las declaraciones del Arzobispo de València, en las que lanzaba una diatriba contra los peligros que encierran, según su visión, «el imperio gay y ciertas ideologías feministas», afirmando que «la ideología de género es la más insidiosa de la historia». Y como colofón la celebración en València de una cumbre europea de la extrema derecha, con la nieta del Dictador italiano Benito Mussolini como invitada estrella, por si alguien tenía alguna duda.

Ante una semana así, en la que algunos hacían esfuerzos para acercar al Estado español a la triste lista de países europeos donde la intolerancia crece día a día, uno esperaba que nuestro Gobierno en funciones del PP, defensor a ultranza de la Constitución y de la moderación política como le gusta definirse, actuara de oficio en defensa, como es su obligación, de los derechos y libertades consagrados en la Carta Magna, así como el conjunto de normas que han ido apareciendo para luchar contra cualquier intento de retrotraernos al pasado. Pero no, me equivoqué del todo. A nuestro Gobierno no le preocupaba nada de lo anteriormente expuesto. No sólo no hacía ninguna declaración, sino que ponía el foco en lo que verdaderamente debe de inquietar a l@s español@s: la presencia de banderas catalanas esteladas en la final de la Copa del Rey que se jugará esta tarde. Con esa bandera, la cosa está clara, no hay más remedio que prohibirla mientras dure el partido, ya que su exhibición, según la Ley contra la violencia en el deporte, puede ayudar «a la realización de comportamientos violentos o terroristas». Lo otro no, ya que no dejan de ser meras anécdotas sin importancia menos para un grupo reducido de roj@s de todo pelaje, que como siempre, solo quieren dañar la imagen de España. ¿A que sí?

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