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Familia de creadores

Dos colosos llamados Viqueira

Xohan Viqueira viajó por todos los continentes dando talleres cerámicos y al mismo tiempo aprendiendo nuevas técnicas - Una gran exposición del artista clausurará el centenario de la Escuela de Manises a finales del presente año - Su hijo Xoan es un exponente de la creación de objetos ilustrados

Dos colosos llamados Viqueira

Cada persona busca su propio espacio en la vida, pues todo tiende a limitarnos y someternos. Si nacemos en una familia con raíces muy marcadas, esta voluntad de individualidad se ve más compelida; nuestros propios ascendentes nos eclipsan. Resultan verdaderamente extraordinarias las personalidades que son capaces de autoafirmarse y dejar de ser «el hijo de...» o «el pariente de...» sin renunciar a la filiación o al propio apellido.

La historia de los Viqueira en Valencia ofrece esta mágica ambivalencia. Dos artistas de una misma dinastía, con trazos evidentemente comunes, pero con una idiosincrasia artística totalmente peculiar. Su historia arranca en Galicia, pero se desarrolla y triunfa en l'Horta Nord de Valencia, para después proyectarse al resto del país y del mundo.

Xohan Viqueira nació en A Coruña el 25 de junio de 1952, hijo de Modesto, sastre y María Luisa, modista. De la creatividad textil de aquella casa, el joven Xohan se distanció buscando su propio campo de expresión. Excusándose en estudiar arquitectura se trasladó a Valencia en 1970, pero realmente se matriculó en Bellas Artes. Vivió en una pensión antigua de la plaza del Árbol, compartió buhardilla en Músico Peydró y un piso en San Pedro Nolasco con personajes como Severo, posterior director general de Arte en Galicia o el músico Fernando Porto. Eran tiempos hippies y transgresores donde a veces se compartía la compañía femenina y hasta el lecho; tiempos en los que viajaba hasta París para deleitarse con las transgresoras obras del «Grupo el Paso».

Viqueira soñaba con una «esculto-pintura» que no encontró hasta recalar en Manises. Su amigo Efigenio, arquitecto de Orihuela, le guió hacia Hernández Mompó y Enrique Mestre. Entró en la Escuela de Cerámica, donde años más tarde sería profesor.

Xohan abrió estudio en Alboraia, en la alquería que después fue «Estudis Tabalet». Pero pronto pasó a un local más grande en Casas de Bárcena, pedanía de la ciudad de Valencia. Se casó con Trini Ramos y tuvo dos hijos: Xoan y Xose. Pronto alcanzó un enorme prestigio artístico de resonancia mundial. Ha viajado por todos los continentes dando talleres cerámicos y al mismo tiempo aprendiendo nuevas técnicas. Los resultados de todo esto se verán en una gran exposición que clausurará el centenario de la Escuela de Manises a finales del presente año, de la cual es comisario su actual esposa, Maite Larena, una mujer fascinante. Ambos se complementan admirablemente: Maite, la tecnología y Xohan, la creatividad.

En ese ambiente amable de la Huerta más profunda nació el 10 de enero de 1979 el protagonista final de esta historia: Xoan Viqueira Ramos, el diseñador que está triunfando arrolladoramente en Madrid, icono de la «nueva movida madrileña» del siglo XXI.

Xoan fue al colegio Virgen del Pilar de Bonrepós i Mirambell y al instituto La Garrigosa de Meliana. Gozó una infancia pletórica entre huertos de naranjos, con baños en las acequias y excursiones a la playa en bicicleta. Soñó con ser actor, valoró entrar en la Escalante, o viajar al extranjero. Pero su padre intentó orientarlo al mundo de la cerámica intuyendo en él grandes valores artísticos. La respuesta natural del joven rebelde fue decantarse más al aspecto técnico de la industria, e hizo estudios de químico que le permitieron trabajar en dos empresas azulejeras de la zona de Castellón. Allí consiguió la vida acomodada que proporciona el salario mensual, dirigiendo un laboratorio donde la esencial preocupación era el zirconio, el elemento que confiere al azulejo su blanco color.

En su interior bullía un genio artístico amordazado. Experimentó con la serigrafía en camisetas, pues el dibujo era una fuerza poderosa en su interior. Pero no se atrevía a dar el gran paso. En una escapada a Madrid conoció a David, el hombre que le aportó mucha de la fuerza que necesitaba. Enamorado casi al instante inició una relación en la distancia que duró cuatro años, hasta que se rindió sin condiciones a los designios de Eros y, dejando toda su vida atrás, se marchó a la capital española a comenzar de cero.

Se reinventó cursando un máster de diseño gráfico y comunicación. Contactó con gente del sector y abominó de las prácticas laborales poco creativas. Primero imprimió platos, luego David tuvo la genial idea de que experimentara en alpargatas y zapatillas, además de camisetas. Vendió algunas en mercadillos, hasta que un fin de semana del «orgullo» le dejaron un local comercial. Aquello fue el embrión de la recoleta tienda que ahora tiene en la calle Gravina de Madrid, y de las que proyecta abrir en otras capitales, porque sus productos arrasan.

Xoan es un creador puntero. Concibe directamente en pantalla, prescindiendo de bocetos a mano. Es líder de esa generación que ya no tiene obra material palpable, sino en el universo digital. Al serigrafiar una manta para hacerle un regalo original a David surgieron sus personajes más carismáticos: los «barbudos», unos simpáticos seres que están reclamando a gritos una serie de cómics. Con ellos ha lanzado una serie de láminas de fantástico colorido, además de todo tipo de enseres. Este fin de semana está en el «Icònic» de la calle Puerto Rico, dentro del «Russafart».

«Viqueira» es sinónimo de éxito. Cada miembro de esta familia buscó su propio camino y lo encontró. Un buen ejemplo para quien dude o tenga miedo. Ser uno mismo es la mejor garantía del triunfo.

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