Uno de los personajes más reconocibles en la Cabalgata del Convite es el «Capellà de les Roques». Montado en un caballo hace el recorrido deteniéndose de vez en cuando invitando al pueblo a la procesión de la tarde, que es el objetivo, como su nombre indica, del desfile de bailarines, personajes bíblicos y otros protagonistas en el mediodía de la Plaza de la Virgen. En la edición de 2016, la teórica recreación del Siglo XIV va a tener un anacronismo necesario: el capellán llevará un micrófono incorporado y un amplificados en las alforjas del jumento. El objetivo no es otro que el de que, por una vez, se le escuche. Algo que Donís Martín, el intérprete del personaje, llevaba reclamando desde hace tiempo. «Llevo delante y detrás dos danzas. Y entre eso y el ruido ambiental llega un momento en que no se me escucha prácticamente nada. Me lo han dicho más de una vez y por eso lo sugerí a Amics del Corpus».

Donís Martín lleva desde 1984 interpretando al sacerdote que, desde tiempos inmemoriales, anunciaba la procesión. Es un conocido poeta festivo y fue secretario general de la Junta Central Fallera. «Soy miembro de Amics casi desde su fundación y cuando decidimos hacer estable la adscripción de personajes, estando en la presidencia Josechu Rey de Arteaga, se votó y me tocó este personaje. Salvo tres años, que lo interpretó Jaime Sancho, el resto de veces lo he hecho yo». Desde esa particular atalaya se dirige al pueblo. «No es un discurso preparado. Voy improvisando en el momento. ¿Que digo? Pues me dirijo al pueblo y le anuncio la "festa grossa" en nombre del consistorio y del cabildo, emplazándoles a las siete de la tardeo, instando a que sea una nueva demostración de amor de este pueblo en la que es la fiesta "mes bonica del mon"». Por una vez, Donís no tiene que recurrir al verso, sino a la prosa. «En alguno de los primeros años utilicé un megáfono, pero eso es... como un Cristo con dos pistolas. Y tamicen llevé un pergamino que leía como si de un pregón se tratara, pero hubo un año que se puso a llover y se corrió toda la tinta. Así que recurro a improvisar sobre el terreno».

Impartiendo bendiciones

Las anécdotas se agolpan en un personaje que parece un cura pero no lo es. «Ahora menos, porque soy una persona que he estado en muchos lugares y se me conoce más. Pero al principio se me acercaban muchas personas mayores a besarme la mano. No se puede uno imaginar la de bendiciones que he dado. Al final, ves a la gente con tanto fervor, que estoy convencido que se me transmite "desde arriba".

No le vas a decir a una persona mayor que no eres un clérigo de verdad». Eso es algo, por otra parte, que lleva con orgullo: «soy el primer y, hasta ahora, único seglar que ha sido capellán sin serlo. Porque, anteriormente, sí que lo hacía un párroco de verdad»

Y tampoco le han faltado anécdotas ecuestres al cubrir el recorrido a caballo. «Como aquel año que no había moqueta, llovía y el caballo empezó a "espatarrarse". O no hace mucho que dio una coz, rompió la moqueta y empezó a recular. Tuve que tirarme casi "en marcha" y acabé a pie».

Mañana, a mediodía, el capellán Martín Albizúa volverá a llamar al pueblo. «Sinceramente, por todo lo que ves durante el recorrido es el papel más bonito que he hecho en mi vida».