El movimiento «okupa» de Valencia, muy activo en los años noventa, se ha hecho fuerte ahora en el Cabanyal y ha empezado a ser un auténtico quebradero de cabeza para las autoridades municipales, en concreto, para la Concejalía de Seguridad Ciudadana y la Policía Local.

Aprovechando el abandono y degradación del barrio han entrado de manera organizada en decenas de viviendas tirando de planos y de manuales para no fallar en su intento. En algunos casos han llegado, incluso, a rebautizar el nombre de las calles y, lo que es peor, cuando ha habido algún desalojo han aparecido pintadas amenazantes contra los que consideran sus enemigos, los responsables municipales y vecinales.

Según fuentes policiales, en el barrio del Cabanyal hay 157 viviendas ilegalmente ocupadas, la mayoría por familias gitanas o inmigrantes y 34 por grupos que pueden considerarse «okupas».

Al parecer, aprovechando la degradación del barrio y la posibilidad de ocupar varias casas conexas, han llegado a la ciudad personas de toda la Comunitat, de España y también del extranjero, todo ello de una forma organizada y con «intención de delinquir».

De hecho, a algunas de estas personas se le han incautado planos del barrio donde se señalan las viviendas que pueden ser violentadas e instrucciones para hacerlo, con sus puntos débiles o las herramientas que necesitarían.

Una vez asentados, además, se han convertido en un problema para los vecinos, pues a estos colectivos se vinculan las fiestas «raves», el tráfico de drogas y las molestias nocturnas.

Su presencia ha llegado a tal punto que ya no sólo consideran suyas las viviendas, sino que abren el abanico a todo el barrio. Alguna de las calles han sido rebautizadas por estos grupos poniendo sobre su cartel original pegatinas con sus nombres preferidos. Uno de ellos es el de «Pepica la Pilona», nombre de una carismática vecina del barrio que estaba enajenada y practicaba la prostitución. Era, además, el nombre de un Centro Social Okupado (CSO) de la calle Pavía, que junto con el de «Malas Pulgas» ha sido un hito del movimiento okupa de la ciudad.

Pintadas amenazantes

Su presencia, y podría decirse también que su «combatividad», se ha manifestado finalmente cuando el Ayuntamiento de Valencia ha puesto en marcha el plan de rehabilitación del barrio y ha empezado a desalojar las viviendas ocupadas por estos colectivos, que tienen, desde el punto de vista social, un tratamiento diferenciado de las viviendas ocupadas por familias en riesgo de exclusión social.

Ya en los últimos meses habían aparecido carteles y pintadas señalando (ponen sus caras) al alcalde Joan Ribó, a la concejala de Protección Ciudadana, Sandra Gómez, y al portavoz de la Asociación de Vecinos del Cabanyal, Vicent Gallart. Les acusan de lo que ahora se llama «gentrificación», que es echar a los pobres para meter a los pudientes.

Y esta misma semana, tras un desalojo, apareció una pintada sobre la pared levantada por los servicios municipales con amenazadas de muerte para Gómez y Gallart. La concejala ya ha dicho que no se dejará intimidar y que seguirá adelante con sus planes.