El emblemático edificio Veles e Vents de Valencia reabre sus puertas con una propuesta gastronómica, cultural y formativa, basada en la innovación y la creatividad, que pretende revitalizar la Marina Real, generar empleo y dinamismo en el entorno y convertirse en un foco de atracción para el turismo culinario.

El que fuera icono arquitectónico de la vela para la Copa del América, obra de los arquitectos David Chipperfield y Fermín Vázquez, se abre "a todos los públicos" con tres ofertas de restauración, una propuesta formativa y un espacio cultural para que convivan artes escénicas y plásticas.

De la mano de Heineken España y el Grupo La Sucursal, y con el apoyo de la Fundación Cruzcampo y la Universitat de València, este edificio busca recuperar su esplendor tras una década en la que ha pasado del glamur de los primeros años a críticas por sus acabados, los elevados costes de mantenimiento y los múltiples retoques.

Adjudicado para siete años con opción a tres y medio más y con un canon mensual de 30.000 euros sin IVA, este proyecto pretende invertir 5,5 millones de euros durante la concesión, según ha indicado el director regional de Relaciones Institucionales de Heineken España, Pablo Mazo, durante la inauguración del nuevo proyecto.

Junto a él han comparecido el empresario y director gastronómico del Grupo La Sucursal, Javier de Andrés, y el director gerente del Consorcio, Vicent Llorens, además del escultor Miquel Navarro y el fotógrafo valenciano Jorge López Muñoz, cuyas obras inauguran el espacio de "Amstel Art", que ocupa la planta baja.

El edificio, han resaltado, quiere convertirse en un "destino" para potenciar el turismo gastronómico de Valencia y ofrecer propuestas culturales "únicas" que le permitan "tener vida" todo el año para "desestacionalizar" su uso.

Mazo ha explicado que esta iniciativa se encaja en la "estrategia de sostenibilidad" de la compañía cervecera, la "única" con fábrica en la Comunitat Valenciana, a la que se une la "innovación y creatividad que forman parte del ADN" de Heineken, del proyecto y de la Comunitat Valenciana.

De Andrés ha repasado la oferta culinaria, con la arrocería "La Marítima" en la planta de acceso, bajo el concepto "kilómetro cero" con el uso de materias primas valencianas y de temporada, en la que se combinará técnicas de horneado cerámico japonés junto al reposo sobre brasas de naranjo.

En la primera planta, la cervecería Malabar será "punto de encuentro" con una oferta "picante, ácida y divertida" y en la tercera planta, para finales de año, abrirá La Sucursal a cargo del chef Jorge de Andrés, una oferta de alta gastronomía con una cocina "creativa y de autor".

En el apartado formativo, el edifico albergará algunas prácticas del primer Grado en Ciencias Gastronómicas de la Universitat de València y la Escuela de Hostelería de la Fundación Cruzcampo, con dos cursos de técnico y de gestión, que pretende llegar a medio centenar de alumnos y cuya empleabilidad ha llegado al 97 %.

La cultura tendrá su protagonismo en el "Amstel Art" un espacio de mil metros cuadrados donde tendrán cabida ofertas musicales, exposiciones de fotográficas, pintura y escultura, teatro y danza y en la que se quiere proyectar ofertas "únicas" de artistas reconocidos internacionalmente y ensalzar a valores emergentes.

De hecho, la entrada al edificio recibe con una escultura nunca antes expuesta del Premio Nacional de Artes Plásticas de 1987 Miquel Navarro titulada "Figuras para la batalla", que hace una revisión contemporánea de los guerreros de Xian en piezas de aluminio.

En el mismo espacio, el joven valenciano Jorge López Muñoz ofrece la exposición "El Clot", un trabajo documental y de retratos que refleja la identidad cultural de los vecinos de raza gitana del barrio del Cabanyal.