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Los contrastes de la ciudad

Últimos ecos rurales junto a la Fonteta

La iglesia de San Luis Bertrán y el parque que la rodea dan lustre al barrio más pequeño de de Quatre Carreres - Numerosos solares demuestran el crecimiento precipitado de la zona

Últimos ecos rurales junto a la Fonteta

­Media ciudad relaciona la Fonteta de Sant Lluís con el pabellón de baloncesto, pero pocos conocen el pequeño barrio del distrito de Quatre Carreres del que en realidad procede el nombre. Cuentan que en torno a 1579 Luis Bertrán curó su enfermedad al beber de una fuente en el camino de Russafa a la Albufera. Aquel supuesto manantial nunca se secó y en su recuerdo encontramos hoy un pequeño grifo, que está situado junto a la Iglesia de San Luis Bertrán. El templo y el parque contiguo dignifican una zona maltratada por el crecimiento desordenado de la ciudad, cuya cicatriz más evidente es el elevado número de solares inertes y sucios.

La Fonteta de Sant Lluís, pese a estar pegada a la entrada con el mayor tránsito de la ciudad y haber soportado las graves agresiones del Bulevar Sur o la playa de vías del tren, todavía conserva parte de su viejo espíritu rural. Los campos de la partida d´En Corts siguen cultivándose, aunque hacen equilibrios ante el evidente descuido que han sufrido de las instituciones.

En la Fonteta todavía encontramos a muchos vecinos que viven en casas de pueblo y hablan valenciano, aquellos que guardan en la memoria la tradición de las tierras de labranza y los saberes del campo. Algunos pasean por el fabuloso parque de gigantescos ficus que se construyó junto a la iglesia, que emergió a finales del siglo XIX de los cimientos de una ermita primigenia.

El desarrollismo y urbanismo descontrolado de los 70 arrasó con aquella vida de pueblo, levantó grandes bloques de edificios para acoger a la incipiente migración del éxodo rural. El crecimiento respetó muy poco la idiosincrasia del lugar „como tantos y tantos barrios„ y hoy encontramos varios solares que demuestran que fue una apuesta desmesurada. Los coches aprovechan los terrenos yermos para aparcar, mientras los vecinos piden un poco de dignidad.

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