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La bailarina Tórtola Valencia

La Valencia en Valencia

Después de conquistar Madrid llegó al «cap i casal» en marzo de 1913 para debutar en el Teatro Principal y realizar un recital especial en el Círculo de Bellas Artes

Bocetos prohibidos de Enrique Pertegás, jamás publicados antes.

A principios del siglo XX Valencia era una ciudad periférica y desconocida. La Exposición se quedó en una esfera regional, sin apenas repercusión. En los años veinte surgiría el decisivo pasodoble «Valencia», todo un fenómeno internacional y previamente, en los años diez, la personalidad arrolladora de Tórtola Valencia fue la que popularizó nuestro nombre.

Hace un par de semanas comentábamos que la actriz Pilar Librada rescatará próximamente a esta singular bailarina en una obra de teatro. Desde entonces nos han preguntado bastante sobre su relación con Valencia. De apellido Valencia, nacida en Sevilla, criada en Londres, doctorada en los escenarios de los cinco continentes y finalmente retirada en la cosmopolita Barcelona. Su relación muy íntima con la ciudad de Valencia, fue a través de sus artistas.

Lo que diferenciaba a Tórtola Valencia de las otras artistas de la época era su cultura. Como bastarda de sangre azul, educada en los mejores ambientes ingleses, investigó y absorbió danzas de muchas civilizaciones distintas. Esto la predispuso a relacionarse con creadores de todos los ámbitos: escritores, pintores, escultores y cualquier rama artística. Mientras las otras bailarinas y cantantes eran de clases sociales medias o directamente bajas (pues una mujer de clase alta era impensable que se dedicara a estos menesteres) Tórtola contaba la ventaja de su bagaje cultural.

Su vocación artística la catapultó. Fue tan famosa precisamente porque los creadores coetáneos se fijaron en ella y le prestaron su atención. Sin su formación, no la hubieran tenido en cuenta, y ella tampoco a ellos. Esto se evidencia en su primera visita triunfal a Valencia, que tuvo lugar en 1913.

Tórtola debutó en Londres como bailarina española y luego creó su propio estilo exótico y misterioso. El público español, acostumbrado al folclore patrio, primero la rechazó. Pero los intelectuales inteligentes del país promovieron una campaña insólita para que la singular dama se presentara en el Ateneo de Madrid, donde consiguió su respaldo como fenómeno cultural original.

Después de conquistar Madrid inició su gira por provincias por la ciudad de Valencia, donde llegó en marzo de 1913. Aunque en internet refieren que trabajó en el Teatro Princesa, la realidad es que debutó, con todos los honores, en el Teatro Principal. Así lo refiere «Mascarilla», el crítico de El Mercantil Valenciano, aunque el diario que le dedicó más atención fue «El Pueblo», quizás por los afanes mujeriegos de su director Félix Azzati. También «Las Provincias» fue muy elogioso con ella.

Tórtola ejecutó su repertorio en el Teatro Principal el viernes y el sábado de ese primer fin de semana de marzo. Sin embargo el domingo ofreció un recital especial en un espacio insólito, el Círculo de Bellas Artes de Valencia.

Emulando su proeza madrileña, Tórtola se lució en nuestro cenáculo artístico con la expresa petición de que los espectadores fueran «artistas y solo artistas», no admitiendo a quien no fuera socio del centro. Puede parecer una «boutade», pero demuestra una estrategia inteligentísima. Impactando a los artistas se irrumpía en unos ámbitos muy elevados de la sociedad, sobre todo en aquella época en que la opinión de los intelectuales tenía algún valor social. Esta función especial era una verdadera estrategia promocional óptima. Si los artistas la alababan, ¿quien iba a discutir su estilo?

La vida sentimental de Tórtola Valencia, aunque acabó asentándose junto a otra mujer, siempre giró alrededor de artistas y aristócratas. Esto propició que la pintara en cuadros, la esculpieran y le dedicaran poemas y músicas. En definitiva, que la elevaran a la categoría de mito.

La función del Círculo de Bellas Artes de Valencia tuvo una repercusión tremenda. Hizo amistad con varios artistas valencianos que enseguida quisieron inmortalizarla en sus obras. Sorolla la retrató, al igual que su coetáneo Zuluaga. Los dos principales pintores de España cayeron a sus pies; al igual que los grandes poetas como Rubén Darío, José María Pemán o el valenciano García Sanchis.

El joven escultor Antonio Peyró, famoso entonces por sus «bibelots» de terracota, la modeló majestuosamente vestida a la usanza húngara. Quizás sea una de las figuras más originales de Peyró, especializado en valencianas y folclóricas. En esta ocasión la artista mueve sus brazos en el aire con singular desenvoltura.

El otro gran artista valenciano que se enamoró gráficamente de Tórtola Valencia fue Enrique Pertegás, luego famoso dibujante erótico. Pertegás tomó unos suntuosos bocetos a lápiz de Tórtola ejecutando su famosa danza hispánica donde salía vestida únicamente con una mantilla. El paso de la danzarina por nuestra ciudad originó obras de arte que aún hoy en día son admiradas y admirables. El reto de Pilar Librada es importante: devolvernos un personaje carismático que debiera ser icónico en esta ciudad sin memoria.

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