Las elecciones generales del pasado domingo dejaron en la ciudad de Valencia a un Partido Popular como formación más votada, logrando un incremento de las papeletas a su favor a pesar de estar contra las cuerdas por el caso «Taula». El gobierno municipal asumió que era un «toque de atención» que les debía hacer «reflexionar». Pero al margen del «todo» estaban las «partes», y cada una salió mejor o peor parada en los sufragios.

Compromís y Podemos sumaron a EUPV con el objetivo de unir sus votos y quizá dar el «sorpasso» y ser la lista más respaldada en la ciudad. No fue así y perdieron 2.000 apoyos respecto a diciembre. Si bien no eran muchos, la otra realidad es que el PP ganó otros 13.000. Y por otro lado el PSPV de Joan Calabuig, que había sido relegado al cuarto puesto por Ciudadanos cogía fuerza, recuperando casi 7.000 votos y volviendo al «podio».

Ante esta diferente suerte para cada partido del gobierno, y con el adversario común distanciándose, todos los socios en lugar de buscar el ataque en la trinchera amiga abogaron por realizar una reflexión de puertas para adentro.

El líder socialista, Joan Calabuig manifestó que el resultado electoral mantenía la estabilidad del equipo de gobierno, pero que era necesario «abrir una reflexión» que se concentrara «en gobernar para la mayoría y resolver los problemas de la ciudadanía», incidiendo en que las «prioridades» son el empleo y eliminar las desigualdades sociales. A los resultados en las urnas se sumaban tensiones como el debate de la eliminación del «bou embolat» o asuntos como la movilidad.

El socialista, al frente

En esta situación, la designación de Calabuig como alcalde accidental durante los próximos días por parte de Ribó, justo después de las generales, no parece una elección baladí, sino más bien un gesto de encuentro, para fortalecer la unión del gobierno municipal. Se debe a que el alcalde Ribó se tiene que ausentar una semana por asuntos personales, según ha podido saber este diario. No es la primera vez que delega en el vicealcalde, puesto que Calabuig ha asumido el cargo en otros momentos— en fines de semana y puentes— pero no durante un tiempo tan prolongado. En otras ocasiones, como el verano pasado, otra socialista, Sandra Gómez, ya estuvo al frente de la corporación durante una semana. También han asumido el puesto temporalmente los ediles de Compromís, Consol Castillo, Pilar Soriano o Giuseppe Grezzi.

Calabuig no toma la «jefatura» del gobierno municipal en un momento cualquiera, puesto que hoy acudirá como alcalde al acto de cambio de nombre de la estación de metro Joaquín Sorolla, que volverá a llamarse Jesús por decisión de la Generalitat Valenciana, al que también acudirá el president Ximo Puig.

Se trata de un acto de gran peso simbólico y de reparación para las víctimas del accidente del metro y las fuerzas de la izquierda. Y en este día los máximos representantes del gobierno autonómico y de la capital serán del PSPV.

Cabe recordar además que el gobierno municipal intenta desterrar la etiqueta «tripartito», con la que la oposición lo califica constantemente, pues se entiende que se hace con ánimo despectivo.

Como publicó este diario, los integrantes del pacto local pretenden alejarse de un término que la derecha utilizó contra los gobiernos catalanes de consenso de 2003 a 2006 con la intención de demonizarlos.

El término que se quiere explotar es el del «Govern de la Nau», recordando que fue en ese edificio histórico de la ciudad dónde se selló el acuerdo progresista que hoy hace posible un gobierno a tres en Valencia.

La intención es subrayar los encuentros por encima de los posibles desacuerdos. El todo por encima de las «partes». Mientras que el «tripartito» habla de tres actores políticos con ideas y sensibilidades distintas tomando decisiones únicas, el «govern» remarca la unidad.