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Los contrastes de la ciudad

El tesoro inadvertido y la vergüenza a la vista

La plaza de María Beneyto, oculta entre bloques, guarda un pequeño y bonito jardín - Numerosos edificios en el entorno del mercado Rojas Clemente se encuentran en ruina

Vista del jardín de la plaza María Beneyto. levante-emv

­En el barrio del Botànic la joya es el jardín de la Universitat de València, aunque existe otro pequeño tesoro, rodeado de edificios, que es un auténtica maravilla. Se trata del pequeño espacio verde situado en la plaza María Beneyto, junto a la biblioteca municipal, un lugar que pasa totalmente inadvertido€ En cambio, en el entorno del mercado de la plaza Rojas Clemente, las vergüenzas están a la vista de todos los vecinos. Son edificios históricos que están tapiados o con mallas protectoras por el peligro de derrumbe. Es la ciudad de las dos caras.

La plaza María Beneyto no es un espacio abierto al uso, sino más bien nació fruto de una reordenación de su entorno urbano. Así que se encuentra encajonada entre grandes edificios. Situada junto al colegio Cervantes, cuenta con un acceso desde un pequeño pasaje en la calle Guillem de Castro y otro en forma de calle peatonal desde la calle Padre Manjón. El jardín disfruta de una zona de juegos infantiles y una abundante vegetación, entre la que destaca las enormes palmeras situadas en línea recta.

Los edificios actúan como un refugio perfecto del tráfico urbano, por lo que la plaza María Beneyto parece el lugar perfecto para perderse con un libro o simplemente disfrutar del paso de los minutos en alguno de sus bancos.

Pero en el Botànic, en el que se ha desarrollado un plan de protección debido a su imparable degradación, también encontramos numerosos edificios históricos que se encuentran tapiados o con mallas protectoras. En el primer caso tratan de evitar la ocupación de las casas, mientras que en el segundo se protege al viandante de posibles caídas de cascotes.

El caso es que el paisaje de edificios con sus puertas tapiadas o con sus fachadas enredadas es demasiado habitual en el entorno de la plaza Rojas Clemente, especialmente en la calle del Botànic, que da nombre al barrio pero no luce con orgullo.

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