Seguramente, Valencia es una de las ciudades portuarias en la que la palabra Carmen no evoca rápidamente al Mar, sino al centro, al cogollito de la ciudad, donde hace más de 700 años se construyó el convento del mismo nombre. Por eso, cuando llega su festividad, ésta se reparte en las dos zonas de la ciudad.

Por la mañana fue el turno de la zona marinera. La Comandancia Naval de Valencia en colaboración con la parroquia y la Cofradía Nuestra Señora del Carmen organizaron la misa de campaña en las Atarazanas oficiada por el cardenal Cañizares y el posterior traslado de la imagen por parte de los marineros a un barco que, en la bocana del puerto, realizaron una ofrenda en recuerdo a todos aquellos que dieron su vida en el mar.

Por la tarde, la Cofradía trasladó los festejos al centro de la ciudad, con el traslado de la imagen por las calles y callejones de la misma en una estampa que ha ido enriqueciéndose en los últimos años, consiguiendo que esta fiesta tenga una pujanza cada vez mayor. Misa, procesión (acompañada del «Jesuset») y el «cant de la carxofa» prolongaron la jornada hasta los fuegos artificiales de bien entrada la noche. Tanto en un caso como en otro, las comisiones de falla de ambas zonas son una parte importante del cortejo, que les da contenido por su capacidad de movilización. Las dos falleras mayores de Valencia estuvieron en ambos actos, en el segundo con las cortes.