Son los colectivos vecinales de Ciutat Vella los que más están movilizándose. Tal como publicó ayer Levante-EMV, están desarrollando una recogida de firmas. «Y va a continuar durante todo el mes de agosto». Ayer estuvieron en el Tossal y hoy instalarán la mesa en la Plaza de Manises, delante mismo de una de las instituciones en litigio, el gobierno autonómico. ¿De qué se quejan los vecinos? «Pues de que es un turismo sin calidad alguna. Que son personas que vienen para unos días, que se hacinan en unas habitaciones, que no hacen consumo en los comercios y que, por contra, molestan al resto de la finca». De hecho, las movilizaciones empezaron «hace nueve meses, cuando nos empezaron a llegar las quejas de los vecinos» asegura Martín García, de la Asociación de Vecinos del Carmen.

El huésped de estos alojamientos responde a un perfil bajo o muy bajo. «El que llamamos turismo de borrachera. No es un turismo cultural. Ni siquiera es un Erasmus que pasa todo el año. Estamos hablando de los que vienen a un festival, o el grupo que celebra una despedida de soltero o soltera. Se meten doce en el inmueble, duermen en el suelo, están de juega y al tercer o cuarto día se marchan». Precisamente, uno de los factores que han aumentado este tipo de turista de bajo fuste es la proliferación de las despedidas, en las que un grupo de personas se desplazan a otra ciudad, en este caso Valencia, para acompañar al novio o a la novia en un recorrido más o menos desenfrenado.

La AVV solicitó en su día al ayuntamiento un listado de establecimientos legales «pero no nos lo han facilitado». Las pesquisas se realizan buscando indicios, como «toallas tendidas que te hacen sospechar, restos de basura»... casi una labor detectivesca. Lo que los vecinos quieren a toda costa es «evitar, con una legislación clara, que Valencia recoja lo que otros no quieren. No queremos ser un nuevo Magaluf»