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Camals mullats

Maquetas evanescentes

Maquetas evanescentes

Duermes lo que lees„ decía su madre. Él dormía investigando; olvidando al despertar la solución de los enigmas. El verano es para la intriga. Sus veranos han transitado desde «Los cinco» y «Los siete secretos» hasta Markaris, Lorenzo Silva, Lemaitre, Donna Leon y Manzini, pasando por Agatha Christie y Simenon. Ni siquiera el librero de la calle Navellos fue capaz de localizarle «Lobos frente al mar» de Carlos Mazza. Esperará otro verano. Despertó sudado con la imagen de un gran scalextric en una mansión de un pueblo de la Vall d´Albaida. Todos buscaban la maqueta. Cubierta de polvo, reposaba allí.

El Consell avisa que buscará las maquetas desaparecidas. La estrella es la de la Fórmula uno y sus dos gigantes scalextric. La foto de los dirigentes acelerando, con sus índices, los cochecillos del mini circuito, resulta obscena sabiendo que esas maquetas tenían precio de vivienda de protección oficial.

Idea absurda, encargo a arquitecto de relumbrón, pago disparatado, presentación al mundo ante centenares de invitados y desaparición de la maqueta, de la idea y hasta del dirigente, ha sido tónica habitual estos años pasados.

Entre la ocurrencia de las torres de Calatrava, el encargo y la presentación pasó un suspiro. Anteproyecto y maqueta costaron más de quince millones de euros. Con las prisas se optó por replicar «el torso», la torre de Malmö (Suecia), del mismo autor. Sale en algún episodio de la serie «El puente» que emite Netflix.

Menos recordadas son la maqueta de Terra Mítica presentada en París en el año 2000 o la del ignoto hospital de Ontinyent que presentó Camps en 2011. Bonita era la de la Torre de la Música que iba a medir cien metros, también presentada por el maquetero Camps en 2007. Esa tuvo hasta primera piedra. Por seiscientos mil eurillos se encargó proyecto y perdida maqueta del teatro griego al aire libre Alfa Hélix al arquitecto Manos Perrakis en Sagunto. Fue darle el Príncipe de Asturias a Frank Gerhy y encargársele maqueta y proyecto del «Edificio del rectorado de la VIU» que no tardaron en desaparecer. Poco se sabe de la maqueta de la ampliación del IVAM encargada a Kazuko Sejima y Ryue Nishizawa, y menos de la de la Ciudad de las Lenguas encargada a Carlos Ferrater.

En Sant Mateu tenemos el Museo de Maquetas de la Comunitat. Esos bajos de la Casa Abadía pueden acoger la crónica del despilfarro, en pequeñito; los sueños del quiero y no puedo, los delirios absurdos de dirigentes vanidosos.

Pista para localizar maquetas: el registro de la propiedad intelectual. No sería de extrañar que cumplieran los requisitos de «adjuntar un máximo de tres fotografías que sirvieran para la plasmación tridimensional de lo proyectado haciéndose constar, en todo caso, la escala». ¡A buscar!

En la terraza de casa había un trastero, de madera, no muy grande. Su madre lo bautizó como la «cabaña del tío Tom», por el afamado Tom Sawyer. Si jugaban al escondite se escondían allí. Si hacía tiempo que no aparecía la tortuga la buscaban allí. En un estante descansaba el scalextric con forma de ocho. Nunca lo habían ampliado pero tenía hasta contador de vueltas. Los coches estaban alineados en formación, el mini rojo era su favorito. Hacía lustros que dejó de ser su casa cuando soñó que el mini daba la vuelta perfecta.

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