La sala del Grupo de Atención a los Malos Tratos (GAMA) de la Policía Local de Valencia en Benicalap no es lo que uno espera ver. Las paredes están decoradas con un friso de personajes de la película de El Rey León, en el suelo hay algunos juguetes ordenados y sobre un armario metálico descansan varios peluches. «Es el único despacho con muro, que no está acristalado como el resto, para dar intimidad a las mujeres que atendemos», explica la coordinadora del grupo GAMA, Estefanía Navarrete, mientras abre el citado armario, que contiene más juguetes y libros, donados por agentes del cuerpo y empresas. Están ahí para entretener a los hijos de las mujeres que acuden a esta comisaría en busca el asesoramiento y la protección especializada de este grupo policial.

Como explica Navarrete, este grupo policial nació desde las bases en 2003 «por la voluntad de los compañeros cuando se detectó la necesidad de atender de una forma especializada a aquellas mujeres que llegaban llorando a los retenes o cuando nos entraba una orden de alejamiento». Posteriormente el trabajo fue respondido con el respaldo oficial y se estableció una forma nueva de trabajar la atención a las mujeres víctimas de la violencia machista. Navarrete aclara que el grupo que dirige se dedica también al maltrato en el ámbito familiar (entre hermanos o de padres a hijos por ejemplo), pero que el 90% de las atenciones son a víctimas de violencia machista.

La concejala de Seguridad Ciudadana, Sandra Gómez, que próximamente dejará el cargo para asumir las funciones de Joan Calabuig, señala que le ha quedado pendiente la centralización del grupo y la exclusividad, para que sus agentes se dediquen únicamente a estas labores. Hasta ahora son voluntarios que han de sumar su trabajo habitual en la comisaría al que realizaron en GAMA. Según Gómez, el volumen de trabajo del grupo requiere este paso que «Anaïs Menguzzato, que ha sido directora del Instituto de la Mujer va a llevar mejor que yo».

1.400 mujeres bajo protección

El trabajo se lleva a cabo en colaboración activa y fluida con la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional. Entre ambos cuerpos cubren la protección en la ciudad de Valencia de unas 1.400 mujeres. Los 30 agentes municipales de GAMA repartidos por toda la ciudad están al cargo de la seguridad y seguimiento de unas 600 víctimas.

Mientras Estefanía Navarrete explica la labor del grupo llaman a la puerta del despacho. Entran un policía, Sergio, y una mujer, víctima de malos tratos, a quien lleva protegiendo desde hace años. María—su nombre es ficticio por seguridad y para mantener su privacidad—tiene programada una entrevista de seguimiento, en la que Sergio ha de comprobar su evolución y su situación personal.

«Me siento muy protegida con ellos. Cuando me he sentido mal porque un juez me ha querido hacer creer que la culpa era mía, sé que los tengo a ellos...les llamo...tienen mucha paciencia y psicología», explica María a este diario, para a continuación sentenciar: «El grupo GAMA me ha ayudado más que los médicos y psicólogos».

María ha sido acompañada en numerosas ocasiones por Sergio a poner denuncias y cuenta con el seguimiento de ese agente, que regularmente le llama o visita, labores que se suman a la vigilancia de las patrullas policiales en el entorno de la vivienda de la víctima. Hace poco le aconsejaron realizar un curso de defensa personal que María dice le ha ayudado mucho. «Me siento más segura desde entonces, ayuda a coger fuerzas», comenta, aunque reconoce que el maltrato «es algo que te marca para siempre».

Sergio y Estefanía destacan que el proceso de María ha sido duro y complicado. Por el camino le han enseñado herramientas y conocimientos para «empoderarse», para ser capaz de tomar decisiones y hacer frente a su situación, sabiendo que les tiene a ellos como respaldo. La cosa empieza por ir abriendo los ojos a muchas mujeres que llegan asumiendo la realidad impuesta por el agresor. «Nosotros no decidimos por ellas, les damos las herramientas para que se empoderen. Llegan culpabilizándose, pero no son débiles, porque con lo que han soportado son supervivientes. Tienen una gran fortaleza que ha minado el agresor. Nuestro trabajo es sacar de nuevo esa fortaleza interior que tienen», explica Estefanía Navarrete.

María entra en la conversación llegado este punto: «Si tu pareja te dijera de entrada que te quiere matar ninguna mujer seguiría con la relación. Pero no es así. Son situaciones a lo largo de años, pequeñas cosas o recriminaciones porque no haces lo que quiere, hasta que puede llegar un bofetón. A quienes estén en esta situación les diría que evidentemente si no se mueven no van a salir de ahí». «Para mí ha cambiado todo, ahora voy con pies de plomo», comenta y añade: «Lo que sí quiero decirle a la gente es que no tienen ni idea cuando dicen que una mujer sigue con su maltratador porque quieren. No tienen ni idea...se me eriza el pelo sólo de pensar en ello. No es tan fácil, hay que vivirlo para saberlo».

Estefanía apunta: «cuándo me preguntan cuál es el perfil de víctima siempre digo que es el de ser mujer y vivir en esta sociedad. Cualquier mujer puede ser un víctima con la violencia estructural existente en la sociedad».

Asesoramiento y protección

El grupo GAMA atiende a las víctimas de violencia machista en todos las unidades de distritos de la ciudad y se coordina desde la Unidad de Benicalap. La llegada de las personas mujeres agredidas se da de dos formas diferentes: bien para buscar asesoramiento o con una denuncia ya puesta. La víctima siempre contará con un agente protector desde el momento en el que formalice una denuncia, al margen de que luego reciba o no una orden de protección.

Así, cuando una mujer llega a la comisaría, ha de preguntar por los agentes de GAMA, que especializados en estos casos escuchan su situación, ofreciéndoles unas medidas de protección, asesoramiento y el acompañamiento personal para realizar la denuncia. Una vez su caso es asumido por el grupo, se les da información sobre sus derechos o para explicarles incluso qué es un quebrantamiento de la orden de alejamiento.

Se crea un perfil personal, para conocer su situación personal, su historial de maltratos, si tiene hijos, empleo, dónde vive el agresor, qué coche tiene...Con todo ello se establece un nivel de protección que determina qué tipo de medidas policiales se toman, como la intensidad de vigilancia o la periodicidad de visitas y llamadas de los agentes para supervisar su estado. Incluso se realizan visitas por sorpresa en el caso de que se sospeche que el agresor esté quebrantando la orden de alejamiento y se encuentre en la vivienda de la víctima.

Del mismo modo, los agentes trabajan en red intensamente con todos los recursos públicos, como son el Centro Mujer 24 horas, el Centro Municipal de Información y Orientación a la Mujer o los Servicios Sociales. Se les comunica a las víctimas cuáles son las posibilidades que pueden encontrar en todos ellos o incluso se les informa por ejemplo de cursos de formación para aquellas que están desempleadas.

Agentes especializados

Los miembros del cuerpo ofrecen con un perfil especial, puesto que cuentan con una formación universitaria que enriquece la atención o mediante cursos de especialización en violencia machista. A diferencia de otros casos, que acaban tras una detención o la imposición de una multa, estos policías acaban conviviendo con muchas historias humanas que se llevan a casa.

Las experiencias vividas les han cambiado, como reconocen Sergio y Estefanía. «Te tiene que gustar este trabajo porque tienes que ponerle pasión. Además, tienes la posibilidad de erradicar un problema que no quieres para tus hijos. A mi me ha cambiado en la manera de ver la vida, de ver los fuertes que son, de su resilencia y aprendes con ellas a ver cómo han superado las adversidades», explica Estefanía. A su lado, Sergio confiesa que tras seis años en este grupo ahora es «más tolerante en todos los ámbitos». «Ahora no pongo etiquetas. He comprobado lo compleja que esta situación».

Estefanía concluye la entrevista invitándonos a ver la gran cantidad de juguetes que han recogido de donaciones y que entregarán a los hijos de las víctimas por Navidades, como el resto de unidades de distrito. Ella ha pedido que hayan más juguetes educativos y menos que promuevan juegos violentos o modelos sexistas. Y es que la lucha contra esta lacra comienza con esos pequeños cambios.