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El ocio y el descanso

El ocio y el descanso

Durante muchos años viví en una zona considerada tranquila de la ciudad. Muy cerca del Parque del Oeste, en una de las calles que unen Archiduque Carlos y la Avenida de Tres Forques. Era y es un barrio tranquilo y apacible. Por desgracia, recuerdo perfectamente aquellos meses en los que, a escasos números de mi portal, en la misma acera, montaron un bar. A primera vista parecía el negocio más inocente y discreto del mundo. Tan pequeño que dentro no cabían ni diez personas bien hacinadas.

El destino y probablemente el azar quisieron que tanto la mujer que lo regentaba como los que lo transitaban, generalmente de noche, fueran gente con nula empatía, con escaso respeto hacia los demás y con ganas de armar más de una bronca en el exterior hasta altas horas de la madrugada, incluso en horario fuera de licencia. Solían sacar las bebidas sin ningún miramiento y se colocaban en una zona techada que daba a la puerta de un garaje privado, lo que provocaba una reverberación tan escandalosa que el estruendo de sus ebrias voces llegaban hasta más allá del final de la calle.

Ni la policía podía con ellos cuando algún vecino llamaba quejándose y dando parte, noche tras noche, de lunes a domingo. La propietaria del negocio era una cómplice más de aquellos (no más de cinco) energúmenos subiditos en edad. Una de las noches más calurosas el escándalo era tal que no tuve más remedio que asomarme a la ventana. Coincidí con el vecino de la finca colindante, que ojeroso y resignado, también salía al balcón asombrado e impotente ante lo que escuchaba. Fueron meses muy duros.

Los vecinos del barrio de Russafa están a pie de guerra, y razón no les falta, por la contaminación acústica de la zona. Quejas y más quejas que acusan a las instituciones de haber avivado un fuego que ya existía. Su versión asegura que la ampliación de las aceras de las calles en detrimento de la vía ha provocado que los bares consigan más terrazas, que se resume en más ruido. Trabajan a destajo para conseguir que Russafa se convierta en zona ZAS, lo que acabaría con muchos negocios del barrio.

No puede ser otra institución que el Ayuntamiento quien medie para que todas las partes puedan verse beneficiadas, a pesar de haber heredado el problema. En algunos medios digitales, los comments entre vecinos y usuarios de los locales nocturnos provocan incertidumbre y más tensión. Los primeros por la razón que les avala, los segundos porque aseguran que la queja es exagerada. El conflicto se centra, sobre todo, en las calles colindantes a la plaza de la iglesia junto al mercado, por la estrechez de las calles y el aglutinamiento de gente en los exteriores de los propios locales.

No es una buena solución llevar el ocio a las afueras. Ni por tiempo ni por infraestructura. Algunas ciudades que así lo han desarrollado han podido ver buenos resultados a muy corto plazo pero los números no se han estabilizado con el paso del tiempo. Nadie duda de que es un tema complicado, pero tan necesario es el descanso de los vecinos como el funcionamiento de locales de ocio en la ciudad. No todos los gestores de estos establecimientos son culpables ni se les puede tachar de mala praxis, ni todos los que disfrutan de una buena noche son irrespetuosos. Si se habilita Russafa como zona ZAS, si se anula el ocio nocturno en uno de los barrios emblema de Valencia, habrán pagado justos por pecadores. ¿De verdad es esta la mejor solución?

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