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Las 'tías marías'

La leona de Patraix

Mujeres como Vicenta Mateu o « Paquita la Rebentaplenaris» nunca ganaron nada y eran idealistas desprendidas que se la jugaban sin importarles las consecuencias

La leona de Patraix

Durante la última campaña municipal Rita Barberá denunció que cada vez que iba a un mercado aparecía un grupo de ciudadanos, que ella identificaba con «Compromís», dispuesto a boicotearla. Paradójicamente, 24 años atrás, el Partido Popular se aupó al poder gracias a las militantes «tías marías» de la «Unión Valenciana» que acosaban a Lerma, Pérez Casado y a quien hiciera falta, en defensa de la «Valencianía». La Historia tiene vueltas inesperadas, y ahora es otra la «Valencianía» social imperante, gracias precisamente a las políticas educativas y comunicativas de la derecha española a quien este tema no le importaba en absoluto.

Han pasado muchos años, y casi todas aquellas heroínas populares han fallecido, desde la épica Paquita la Rebentaplenaris hasta Margarita Palomar. Su lucha sirvió de bien poco, pues quienes decían representarlas las traicionaron por cargos y prebendas. Ellas nunca ganaron nada, eran idealistas desprendidas que se la jugaban sin importarles las consecuencias. Pero todavía hay alguna voz resistente entre aquellas damas a las que Lola García Broch prometió levantarles un monumento en Valencia. La más representativa de todas ellas es Vicenta Mateu, más conocida en los ámbitos valencianistas como «Visantica Jurado, la mujer sin miedo» o «la Leona de Patraix». Si el valencianismo intelectual hubiera sabido, o querido, confluir con este valencianismo popular, otro gallo nos cantara.

Vicenta nació en el número 29 de la calle Miser Rabassa el 9 de febrero de 1953, hija de Vicenta y Salvador. Tuvo dos hermanos: Salva y Enrique. Asistió al colegio «Rodríguez Fornós» y al instituto de la Fuensanta. Empezó a trabajar como aprendiza en la peluquería Paquita de la calle Santander. El 24 de noviembre de 1968 conoció a Juan Jurado García y el 13 de diciembre formalizaron su noviazgo, que culminó en boda en la Basílica de los Desamparados el 15 de septiembre de 1973. Un año más tarde nació su único hijo, Juan Enrique Jurado Mateu, el 19 de noviembre de 1974. Hasta aquí la vida de un matrimonio normal. Juan Jurado, aunque nació en Requena, vive en Valencia desde que tenía cinco días. Era de padres humildes, realquilados en la calle Turia y Quart, hasta que se establecieron por fin a solas en el Paseo de la Pechina.

Juan empezó a trabajar en Cafés 154, pasó por Cervezas San Miguel y Barrachina, hasta que entró en el mundo de las pilas, primero Tudor y luego Panasonic. Todo parecía anunciar una vida pacífica y tranquila, hasta que un día Juan leyó una carta al director de Amparo Ramírez donde advertía de las reuniones valencianistas en el Parterre todos los domingos por la mañana.

Era el año 1977. Los Jurado se reconocen como una familia popular que hubiera votado al PSOE en 1982. Pero el conflicto valencianista cambió sus destinos. Conocer Lo Rat Penat y el Grup d'Acció Valencianista les hizo anteponer sus ideales patrióticos a los sociales. No se reconocían en aquella bandera de cuatro barras que el Presidente Albinyana hizo oficial durante algunas semanas, y ya dedicaron su vida entera a la causa de la Senyera tricolor.

«El PSOE fue un partido imbécil integral» - afirma Juan Jurado contundentemente - «Nosotros los trabajadores éramos su base social en Valencia, pero se dejaron engatusar por un pancatalanismo absurdo que al final ha creado su propio partido. El socialismo valenciano nunca supo ser valenciano, y por eso no levanta cabeza en Valencia. Somos muchos los que querríamos votarles, pero su ausencia de sensibilidad valenciana nos repele. La derecha utilizó y abusó del sentimiento valencianista, fueron los "listos", y los del PSOE fueron los tontos».

Desde el primer momento de la Batalla de Valencia Visantica Jurado fue una de las guerrilleras más audaces. No faltaba en protestas, manifestaciones, sentadas y todo tipo de bregas: «Me estrené con el ministro de Cultura Pío Cabanillas. Vino a inaugurar una exposición sobre Blasco Ibáñez y le puse una insignia con la Senyera. Después participé en infinidad de actuaciones en defensa de la Personalidad Valenciana. Muchos piensan que nos movía el odio, pero nos movía la desesperación. No queríamos hacer daño a nadie, sino reivindicar lo nuestro. Esto se entiende perfectamente en Euskadi o Cataluña, pero en Valencia resulta inaudito. Por eso nos condenaron injustamente. No éramos terroristas, sino ciudadanos indignados».

Los Jurado impidieron que la mujer de Lerma fuera «Reina de los 100 Jocs Florals» con una recogida de firmas. A Xavier Casp lo consideran traidor y cobarde. En una Escola d'Estiu en Campanar Vicenta tuvo un «cara a cara» con María Conca, que junto con Josep Guía eran los líderes ultracatalanistas de Valencia. Estuvo presente Baixauli, presidente del Tribunal de las Aguas. No entienden que algunos valencianos se dejen engañar por una supuesta prosperidad valenciana bajo el protectorado catalán: «La historia ha demostrado - continua Jurado - que Jordi Pujol usaba el truco de la "unitat de la llengua" para garantizarse un imperio desfasado donde poder expandir sus tentáculos de corrupción. Si sólo en Cataluña ha hecho millonarios a todos sus hijos, ¿Que hubiera logrado dominando también Valencia a través de partidos políticos satélites? ¿Cómo fue posible que la izquierda valenciana se convirtiera en su cómplice? Lo más indignante es que todos estos ladrones estén en la calle, no hayan sido juzgados y ni siquiera hayan devuelto una parte de lo robado».

El drama de enfrentarse a Barcelona fue caer en manos de Madrid. Vicenta ruge indignada contra los «valencianistas» que se entregaron al Partido Popular: «Con el "pacto del Pollo" de 1996 Unión Valenciana se suicidó. Lo inteligente hubiera sido mantenerse en la oposición y exigir competencias para el Reino de Valencia. Pero les cegó la ambición, abandonaron a las bases y las bases les abandonamos a ellos. Ojalá algún día aparezca un partido político íntegro que defienda los intereses de Valencia con honestidad y firmeza».

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