La plaza arqueológica de la Almoina, inaugurada hace diez años y en la que el Ayuntamiento de Valencia invirtió seis millones de euros (más otros seis que se destinaron a la adecuación del museo) tendrá que desmantelarse y hacerse de nuevo. Así lo aconsejan los informes técnicos que la concejala de Cultura, Gloria Tello, ha recabado y que confirmarían que la plaza «está mal hecha y mal concebida de origen». Así lo apuntó la concejala al ser preguntada por este diario por los desperfectos y desprendimientos de las losas de piedra natural de los muros de la plaza sobreelevada denunciados por los vecinos del centro histórico y constatados ayer por este diario.

La concejala asegura que «la mejor solución es la construcción de una nueva plaza», cuyo coste todavía no se ha determinado. Se trata, en todo caso, de un proyecto «de ciudad» destacó la concejala porque «supone levantar la plaza entera». «El proyecto original dio más importancia a la estética de la plaza que a la conservación de las ruinas», afirmó Tello.

La obra de la nueva plaza, añadió la concejala, excede las competencias de la delegación de Cultura, que se limita al mantenimiento periódico de la plaza, especialmente al sellado de las juntas del lucernario con lámina de agua, que ha generado problemas de filtración de agua a las ruinas arqueológicas desde el primer momento. Gloria Tello ha mantenido ya varias reuniones con los responsables de proyectos urbanos del equipo del alcalde, Joan Ribó, para trasladar la necesidad de incluir como «objetivo de esta legislatura» la construcción de una nueva plaza. Tendremos que valorar costes y convocar un concurso. Aunque en este momento las prioridades en el presupuesto son otras, explico Tello, «no vamos a perder de vista la solución de la plaza». El gobierno municipal, en manos de Compromís, PSPV y Valencia en Comú, tiene comprometidas y programadas ya varias intervenciones en plazas importantes, en concreto, en la de la Reina y el Mercat, en línea con los planes de peatonalización del centro histórico del nuevo gobierno de la Nau.

El problema de la plaza de la Almoina, un espacio de obra dura que se singulariza por el lucernario con lámina de agua central desde el cual se ven las ruinas arqueológicas de época romana, es precisamente la condensación de humedad derivada del lucernario. El efecto de este lucernario debía ser regular la temperatura en el interior del museo pero en la práctica ha generado un efecto lupa que pone en peligro la estabilidad de las ruinas de la ciudad fundacional (138 a.d.C). Es más las losas de cristal del lucernario filtran agua lo que obligó a cubrirlo con una lona durante varios meses. «El lucernario crea un microclima que acelera el deterioro de las ruinas», destacó Tello.

Los problemas de desperfectos y filtraciones en la plaza se arrastran de la anterior legislatura y se extienden a toda la plaza. El ayuntamiento ya negoció en la anterior legislatura con la constructora (Rover Alcisa) para que llevase a cabo reparaciones en la estructura, que presentaba desprendimientos y desplazamientos de baldosas, grietas y filtraciones en numerosos puntos. Las reparaciones efectuadas no han sido suficientes y los desperfectos afloran continuamente. Las filtraciones no son, sin embargo, el único problema de la plaza, que también se ha convertido en foco de suciedad y deterioro, derivado en gran medida de la práctica del botellón.