­Tienen una «conexión» desde «la primera vez que se vieron en la protectora». Así describe Adela la relación que existe entre su hija Mónica, una joven con autismo, con McKenzie, la perra que la familia adoptó hace un mes. Desde entonces, han notado una mejoría en el día a día de la chica.

Esta familia escuchó hablar de McKenzie por primera vez gracias a la carta que la protectora Modepran escribió y difundió a través de una red social, explica Sandra, la hermana de Mónica. La persona que la encontró abandonada, agrega la pareja de Sandra, Adrián, relataba que «no entendía cómo podía llevar dos años» allí «siendo una perra como es, tan tranquila, tan cariñosa, que se debe tanto» a los demás. Entonces, su prima y Sandra fueron a conocerla y, a continuación, Adela las acompañó junto a Mónica. Después de pasear al animal para que se relajara, la madre de la joven explica que, entonces, se produjo «el encuentro» con su hija.

Mientras que, con los demás, el can «siempre estaba poniéndose de pie» para que le hicieran atenciones, no ocurrió lo mismo con Mónica, según relata la madre. La joven «la vio y le tocó la cabeza»; entonces, «McKenzie se volvió, le olisqueó las piernas y se quedó sentada mientras le acariciaba». «Con ella, jamás, nunca, se ha puesto de pie para nada», asegura.

«Los primeros días veíamos que era un animal que había sufrido tanto...», recuerda Adrián. «Tenía una mirada triste», añade. La primera semana, les dio la impresión de que McKenzie estaba «descolocada». En opinión de Adrián «es normal», ya que «no conocía a nadie». No obstante, al pasar una semana, se dieron cuenta de que no la encontraban por casa. «No estaba en la habitación, no estaba en la cama...». Entonces, se dieron cuenta de que se encontraba «en la puerta de Mónica» y, de vez en cuando, «se asomaba» a su cuarto, «comprobaba que todo estuviera bien y salía». «Incluso apoyaba las patas en su cama y la olisqueaba de arriba abajo», añade Adela. Pese a que hace una «ronda» para comprobar que todos los miembros de la familia están bien, siempre vuelve a la entrada de la habitación de la joven, destaca.

«Es muy raro», manifiesta Adrián. «Como si, desde el primer momento, hubiese decidido centrarse en ella», pues «no lo hace con nadie más».

Desde que McKenzie pasó a formar parte de la familia, han percibido algunos cambios en Mónica. «Antes se alteraba más», afirma Adrián, pero ahora que está ella lo hace «bastante menos» y la nota «más contenta». La madre de la joven asiente, pues también opina que se encuentra «algo más relajada».

Cuando todavía no habían adoptado al animal, Adela rememora cómo reaccionaba su hija al mostrarle fotos de la perra a través del ordenador: cuando le decían que iban a «ver a McKenzie», Mónica «tocaba la pantalla». «Desde el primer momento, le cayó bien», indica la pareja de Sandra. «Es algo especial».

«Es como si la protegiese»

Al preguntar por la relación en el día a día, Adrián responde: «Normalmente, la perra se arrima cuando quiere saber cómo está ella». Y, «en caso de que la oiga gritar o cualquier cosa», enseguida avisa. «Es como si la protegiese».

Pese a que todos los que han pasado por la casa han recibido las efusivas atenciones del animal, Mónica «es la única a quien McKenzie no atosiga», señala Adrián. «Se acerca hasta donde ella deja», subraya. «Cuando ve que está incómoda o empieza a sentirse así, da media vuelta y se va. Hasta ese punto».

Hay que destacar que McKenzie no ha recibido ningún entrenamiento especial para tratar personas diagnosticadas con autismo. «Estamos intentando que se adecúe» a la situación, comenta Adrián, «pero creo que ella lo notó desde el primer momento».

«Tendría que ir más gente a adoptar», recomienda Adela. Por su parte, su hija Sandra resalta el agradecimiento que siente un animal que ha vivido en estas circunstancias cuando acaba el proceso. «Que no compren», anima Adrián. «Un perro que ha sufrido al que, al final, le das cariño, te lo va a agradecer toda su vida. Y no te va a pedir nada a cambio».

De hecho, para fomentar esta práctica, McKenzie participó en la sesión de fotos que Ata Gomis organizó en el programa Mis queridos animales de la 97.7 FM. En ella, la perra apareció junto a los bomberos de Valencia para apoyar la adopción de animales en busca de un hogar.