La EMT volvió a entrar ayer en l´Horta cuatro años después de que el «cap i casal» retirara el servicio. La consellera María José Salvador subrayaba su satisfacción porque, aseguró, la ampliación de las líneas de la EMT hasta los municipios de l´Horta, demuestra que «estamos en la senda de la recuperación del transporte público y apostando por la movilidad sostenible». Pero advirtió que se trata de una medida provisional ya que el objetivo de la Generalitat es la Autoridad Metropolitana del Transporte, que entrará en funcionamiento en 2017 y lleva a «exigir con más fuerza la subvención al Gobierno para poder conseguir la zona tarifaria única en el área metropolitana».

El alcalde de Alboraia Miguel Chavarría mostró su disposición de «seguir luchando para que el transporte público metropolitano llegue a más sitios», mientras que el edil de Movilidad Giuseppe Grezzi destacó la «buena coordinación» política.

La jornada se vivió como una fiesta. Cuando a las 12.00 horas Mª Carmen Ferrer ve subir al autobús 31 a la comitiva oficial de personas sonrientes y fotógrafos, se asusta un poco y pregunta si se tiene que bajar. «No señora, no se preocupe „le contestan„. Esto es un acto porque hemos recuperado el antiguo trayecto de la EMT hasta el final de la Patacona». «Ah, muy bien, ¿pero llegaré a tiempo para recoger a mi nieto, no?». Mª Carmen se queda tranquila cuando le explican que el único cambio es que la línea ahora mide 1,2 kilómetros más y que esto sólo le añade unos cinco minutos a su viaje. «Es que como tengo que bajar en Blasco Ibáñez...».

Eso sí, el regalo „la vuelta del servicio de bus de Valencia a Moncada, Vinalesa y Paterna y la recuperación del antiguo trayecto hasta el final de la Patacona, que Rita Barberá eliminó en 2012„ lo ha pagado la Generalitat y le ha costado 304.000 euros. A las 12.04 el 31 llega a la parada del final de la Avenida Mare Nostrum. Hacía cuatro años que esto no sucedía y un grupo de ancianos sale de la residencia situada frente a la parada para saludar a la comitiva. No se suben, pero sí lo hace el doctor José Mir, médico en la Fe desde hace décadas y que en ocasiones se acerca hasta el ambulatorio de la Patacona para visitar. «Esto es cojonudo „afirma„. Desde que quitaron las líneas me ha tocado andar todo el trecho que hay desde la otra parada hasta el ambulatorio. Y en verano caminar un kilómetro bajo el sol es inaguantable».