El arquitecto valenciano Miguel del Rey, coautor del proyecto ganador del concurso de ideas de la plaza de la Reina que servirá de base para remodelar una de las plazas más importantes de la ciudad, defendió ayer la idea de liberar de tráfico este espacio y generar una «gran mancha verde» que permita reconquistar este entorno para uso ciudadano.

Del Rey participó ayer en la mesa redonda organizada por las concejalías de Participación y Movilidad dentro del proceso de participación ciudadana para la reordenación y peatonalización de esta plaza, un espacio que «forma parte del imaginario colectivo de los valencianos», con elementos patrimoniales como el Miguelete y la Catedral y asociado a celebraciones tradicionales como el Corpus. Precisamente este carácter y uso simbólicos debe respetarse y es también lo que desaconsejaría la idea de incluir juegos infantiles o espacios para perros como demandan algunos colectivos. «Existen plazas y parques más domésticos y apropiados para estos usos».

Lo que sí defiende el arquitecto es la necesidad de incrementar las zonas verdes de esta plaza, un tercio de la cual está ocupada en la actualidad por los accesos al aparcamiento subterráneo. La propuesta de Miguel del Rey, en la que también participa la paisajista María Teresa Santamaría, propone reubicar los accesos al «parking» en un lateral de la plaza. También deberán resolverse otros problemas como la ubicación de las paradas de taxi y autobús.

En la jornada de debate titulada «Espacio público y calidad de vida», también intervino la socióloga y experta en regeneración urbana de la Universidad Complutense de Madrid Marta Domínguez, quien aseguró que en los procesos de redefinición del espacio público se debe dar cabida a todos «sin ninguna discriminación».

La plaza de la Reina debe ser, apuntó la socióloga, un espacio sin tráfico, más «amigable» y con «multiplicidad de usos». En este sentido desaconsejó la creación de un gran espacio abierto y apostó por la creación de espacios diferenciados para cada tipo de usuario, incluidos los «homeless» o sin techo, como se ha hecho en plazas como la madrileña de Olavide. En esta línea, la socióloga propuso poner límites a las terrazas y al turismo para que no monopolicen el espacio público.