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Lluvia de millones

El Cabanyal encara su reconstrucción

Los planes de inversión para los próximos cinco años se sitúan en torno a los 60 millones de euros y el ayuntamiento calcula que en esta legislatura ya se habrá producido el «vuelco» que esperan impacientes los vecinos

Cuando los vecinos del Cabanyal se colocaban ante las excavadoras para impedir el derribo de viviendas, tenían la ilusión de que algún día las máquinas llegaran al barrio para construir y regenerar. Desde entonces ha pasado casi una década y todo indica que al menos va a haber pronto operarios en sus calles con el propósito de conservar y no de destruir. La derogación del Pepri y la consiguiente anulación de la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez ha dado paso a un amplio despliegue de medios que los trámites burocráticos han retrasado más de lo que los residentes son ya capaces de aguantar, pero que ya están en situación de ser consumidos.

Se habla de entre 55 y 61 millones de euros para los próximos cinco años, con procedencias diversas que incluyen a las tres administraciones y también a la Unión Europea. «Si ese dinero se invierte como está previsto, el Cabanyal puede dar una vuelta completa y empezar una nueva etapa», aseguró el concejal de Urbanismo, Vicent Sarrià, que recordó que una inversión así no se está produciendo «en ningún barrio de la ciudad ni en ninguna ciudad de España».

El pasado lunes el Ministerio de Hacienda aprobó un plan de inversión de 30 millones de euros, de los cuales 15 proceden de fondos europeos y los otros quince son un compromiso obligatorio del Ayuntamiento de Valencia.

Con este dinero, cuyo plazo de gasto es de cinco años, el consistorio quiere hacer, a falta de unos últimos ajustes con el ministerio, un plan de movilidad urbana de 8,6 millones (rutas ciclistas y peatonales, aparcamientos e itinerarios escolares seguros); un plan de rehabilitación y eficiencia energética de 2 millones; un programa de recuperación patrimonial de 2 millones (Escorxador y Casa dels Bous); un plan de urbanización de 5,6 millones que afectará a la plaza Lorenzo de la Flor, una zona deportiva de Doctor Lluch o el entorno del Mercado del Cabanyal; y un plan de poyo a las familias que suma 2,8 millones de euros para crear un Centro de Día para personas mayores, una «escoleta» y una oficina de orientación a las familias más vulnerables. También hay un plan para la reactivación del comercio, un programa de empleo y un programa de acceso a la vivienda.

Pero antes de que el Ministerio de Hacienda diera luz verde a esta inversión millonaria, y como medida preventiva por si al final no se aprobaba, el consistorio había puesto en marcha otros planes por los que se habían comprometido otros 31 millones de euros.

En concreto, hay más de 12 millones del programa ARRU (Ayudas a la Regeneración y Reurbanizaciones Urbanas) para la reurbanización de calles, rehabilitación de viviendas privadas y reconstrucción de casas públicas; y 16 millones del Plan Confianza de la Generalitat Valenciana para colaborar en esos mismos fines y también en la revisión del alcantarillado de la zona, vital para evitar inundaciones y procurar un servicio eficiente.

En este caso, el plazo para hacer las obras se sitúa en 2019, que es cuando se ha fijado la fecha de término del Plan Confianza de la Generalitat Valenciana.

Solapamientos y ajustes

Entre los dos planes suman 61 millones de euros, aunque los técnicos municipales calculan que la inversión final puede quedarse entre los 55 y los 60 millones, ya que algunos de los proyectos se solapan. Es el caso de la urbanización de la Plaza Lorenzo de la Flor, que tiene partidas en ambos lados.

Como dijo el concejal Vicent Sarrià, «el dinero no da la felicidad pero ayuda mucho». Y aunque el conflicto social y la convivencia son aspectos decisivos y prioritarios para los vecinos, «si hay un entorno más atractivo, las cosas cambian notablemente».

«Tenemos conocimiento de que hay muchos inversores interesados en el barrio», explicó el responsable de Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia. Sarrià cree incluso que ese «vuelco» puede notarse claramente en dos o tres años. El final de la legislatura puede ser ya un momento distinto en la vida del Cabanyal. «De aquí para atrás sólo nos hemos encontrado trabas burocráticas a la hora de poner algo en marcha, pero ahora todo va a salir de golpe y en un par de años vamos a pasar de ir al ralentí a coger velocidad de crucero», explicó. «Lo único que espero es que ahora no se quejen por las obras», ironizó.

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