El pleno del Ayuntamiento de Valencia aprobó ayer los presupuestos municipales de 2017, unas cuentas destinadas a mejorar los servicios públicos y la limpieza de la ciudad, pero que la oposición no validó, básicamente, por el incremento de la presión fiscal y por una «pérdida de confianza» tras la experiencia del primer año.

El presupuesto del año que viene suma 786 millones de euros, 33 millones más que el del año pasado, y tienen entre sus grandes objetivos «mejorar los servicios a la ciudadanía, el empleo y el gasto social», dijo el alcalde, Joan Ribó, en su defensa de las cuentas. El alcalde destacó el gasto de 72 millones en políticas sociales, un 8% más que el año anterior; el incremento de la partida de jardines, la mejora de la sanidad y la inversión en plantilla, todo ello, precisó, sin subir los impuestos. De los 33 millones que han crecido los ingresos, 3 son de fondos europeos, y 12 efectivamente provienen del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), pero 10 de esos millones obedecen, precisó, a una revisión catastral que ha hecho el Ministerio de Hacienda.

Aun así, Ribó recordó que Valencia sigue siendo una de las ciudades con menos presión fiscal de España y no escondió su preferencia por parecerse en materia impositiva a urbes como Copenhague o Estocolmo y no a «ciudades africanas». El propio concejal de Hacienda, Ramón Vilar, recordó que el equipo de gobierno «cree en lo público y cree en unos impuestos justos y redistributivos», que es lo que se habría aplicado en este caso.

Daño económico

Si gran parte de su alocución el alcalde y el concejal la dedicaron a los impuestos fue porque ese era el talón de aquiles de los mismos, al menos para la oposición. El portavoz popular, Eusebio Monzó, dijo que este año vuelve a sufrir la presión fiscal, tanto en el IBI, al mantener la subida del año pasado, como las tasas (4 millones más), lo que demostraría «una fijación» con las actividades económicas. «Si el año pasado fueron los comercios, este año ha sido la hostelería», en referencia a las terrazas.

Pero además, el PP cree que se ha faltado al compromiso social, pues «no se ven las ayudas al comercio, se congela el gasto social y no se atiende la modernización de la administración pública». «Nos engañaron. Venían de salvadores y ahora se han quitado la careta», dijo Monzó.

En la misma línea, el portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, afeó a Ribó que no hubiera corregido el coeficiente municipal para mantener el IBI o que reduzca partidas como la de vivienda social para seguir incrementando el dinero de la EMT. A su juico, por tanto, «son unos presupuestos que no dan confianza ni demuestran que tengan una idea de ciudad».

Sólo se alegra de que se haya incrementado la partida de limpieza en 5 millones, que fue lo que ellos pidieron el año pasado. «La diferencia es que ahora se lo han dicho los vecinos con una avalancha de quejas, porque si tuviera los pies en el suelo, vería que está sucio», le dijo a Ribó..