El arquitecto Julián Ruiz ha planteado una iniciativa en la regeneración urbana del barrio de Sant Isidre durante la defensa de su proyecto de final de carrera en la Universitat Politècnica de València. Su diseño propone «la perforación del talud que divide las dos partes del barrio, con la intención de potenciar su conexión y devolver la vida a la parte más abandonada», la que cabe recordar es una vieja reivindicación vecinal. A través de la creación de «un espacio plural y colectivo -el Almacén de Cebollas-, se pretende crear un edificio motor que atraiga a la gente y potencie el flujo de personas en el barrio».

Se trata de «una pequeña actuación» dentro de «las muchas que se proponen en el barrio», entre las que se incluyen la instalación de «una nueva piscina, un nuevo aparcamiento para dar servicio a la estación del metro de Sant Isidre y descongestionar el barrio de coches», además de «la construcción de una nueva plaza para el barrio». Tampoco quedan atrás las propuestas sociales, como «la creación de una cooperativa de viviendas para atraer nuevos ciudadanos e impulsar el barrio».

«Nos encontramos en un momento en el que la relación entre el arquitecto y la ciudad está cambiando. Es necesaria una mayor implicación del profesional a la hora de desarrollar, en este caso, procesos de regeneración urbana». Así describe Ruiz, joven arquitecto „nació en 1991„ de Castelló, el papel de los profesionales de su índole. La iniciativa, titulada «El Almacén de Cebollas, un proceso participativo para San Isidro», se basa en «entender la regeneración urbana como un proceso» y «la necesidad de retomar el diálogo entre el arquitecto y la sociedad».

Ruiz desarrolló en su trabajo un proceso participativo dividido en cuatro fases que se ejecutarían a lo largo de dos meses. En ellas, definía cómo se llevaría a cabo el análisis, la participación activa, la síntesis y el resultado del mismo: «desde tiempos a materiales» que se necesitarán. El proceso concluía con una propuesta de «diseño cívico», en el que se incorporaban «tanto propuestas a nivel urbano como sociales».

Orriols como ejemplo

Debido a que se trataba de un proyecto de carácter académico, Julián Ruiz creó un supuesto con el que actuar para poder continuar con la parte más técnica de la iniciativa. Cuando se presentó en San Isidro para realizar encuestas y estudiar propuestas que beneficiaran al barrio, comprobó que las necesidades «coincidían con lo que había pensado como supuesto». A partir de ahí, desarrolló una intervención basada en el proceso participativo que diseñó, en la que se incluía una toma de contacto con el vecindario para captar su interés, y la propia participación ciudadana „una jornada con encuestas, «un poco festiva», y un segundo día centrado en la toma de decisiones„.

Para la «fase de testeo», el arquitecto propuso una experiencia similar a la que tuvo lugar en el solar abandonado junto a la ermita de San Jerónimo, en Orriols „la simulación de la plaza que se pretendía conseguir„ y una «fase de celebración» en la que se explicara cuáles eran las conclusiones del proceso.

El joven titulado ha considerado que «las organizaciones públicas se interesan cada vez más por esta clase de actuaciones». «Cada vez son más frecuentes este tipo de procesos en Valencia», ha recalcado.