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Memorias de un colegio olvidado

San Miguel de los Reyes alojó entre 1971 y 1985 la única escuela pública en todo el barrio de Orriols y llegó a tener más de 1.200 alumnos

Memorias de un colegio olvidado

Casi medio milenio contempla el monasterio de San Miguel de los Reyes, la joya del Renacimiento valenciano impulsada por Germana de Foix, la viuda de Fernando el Católico que tras casarse con el duque de Calabria pasó a ser virreina de Valencia. Los usos de este antiguo convento han dado casi tantas vueltas como la historia, pues ha sido presidio, depósito de objetos embargados por la diputación y el ayuntamiento... Lo que pocos recuerdan es que la actual Biblioteca Valenciana fue durante 15 años, entre 1971 y 1985, la única escuela pública del barrio de Orriols.

Rescatar del olvido las memorias del colegio Reina Doña Germana ha unido durante los últimos tres años a antiguos maestros, exalumnos y miembros del Ampa de este centro que llegó a tener más de 1.200 alumnos. Su esfuerzo se ha plasmado en un libro Educar en tiempos difíciles que han publicado con la ayuda de la diputación y que presentarán este viernes 25 (17.30 h.) en la Biblioteca Valenciana.

Este proyecto educativo, en un barrio obrero de la periferia de aquella Gran Valencia con todas las carencias económicas, urbanísticas y sociales de los años del desarrollismo, salió adelante gracias a la lucha conjunta de docentes, padres y madres. Una odisea que incluyó numerosas manifestaciones, muchas de ellas aún en la dictadura, «por un colegio digno»

Todo lo tenían en contra: aulas en barracones precarios, un patio, el de la antigua prisión, lleno de escombros que los padres ayudaron a retirar... Altos indices de retraso escolar entre un alumnado compuesto en un 83 % por hijos de obreros, la mayoría de ellos inmigrantes... Así, en el curso 1974-75 casi dos de cada tres alumnos de sexto habían repetido curso, lo que aceleraba el abandono de los estudios cuando se cumplían los 14 años y ya se podía trabajar.

Estas carencias, más la delincuencia y la droga que azotaban Orriols, hicieron que este colegio no fuera un destino cómodo. De hecho, el 53 % de los 267 maestros que pasaron por allí en 15 años apenas estuvieron un curso. Pese a todo, gran parte de los 60 docentes del claustro decidió pelear por los niños de Orriols. Entre ellos está el pedagogo Francisco Hernández, que con 11 cursos es quien más tiempo dio clase allí. A sus 76 años recuerda dicha etapa como «la experiencia más hermosa» de su vida laboral.

«La situación social del barrio era muy dura y difícil... Yo, que entiendo la pedagogía como una militancia, sentía que allí había una batalla que dar, tanto educativa como social, que por fortuna se ganó con el apoyo del Ampa», añade. Y es que este colegio público fue, si no el primero de Valencia, uno de los más tempraneros en constituir una Asociación de Madres y Padres de Alumnos (Ampa). Lo hizo en febrero de 1975, a través del arzobispado, como asociación católica de padres, «pues los que la impulsaban pertenecían a organizaciones sindicales clandestinas y Gobierno Civil nunca la habría autorizado», apunta Hernández.

Al impulso del Ampa se suma la confluencia de viejos maestros de la República, que tras su depuración habían logrado volver a las aulas, y de jóvenes que empezaban a dar clase con la ilusión de construir una escuela «que garantizara la igualdad de oportunidades», dice Patrici Ruiz, quien a sus 66 años revive sus cuatro cursos allí con entusiasmo.

«Todo se logró a base de lucha»

«Todo se consiguió a base de lucha», cuenta Ruiz. «Juntos maestros y padres hicimos cosas que otros colegios privados, ni siquiera institutos, hacían, como intercambios escolares con Francia que comenzaron en 1980», apunta Hernández.

También fue pionero en enseñar valenciano a los niños. Ruiz y otros compañeros lo comenzaron a hacer en el curso 1974-75 como una extraescolar gratuita. Pese a ser un barrio inmigrante tuvieron 600 solicitudes para 160 plazas. Seguían la Gramática de Carles Salvador y textos editados por el consistorio y Lo Rat Penat según las Normes de Castelló.

Esta lucha de maestros y Ampa por la escuela pública deja para la historia un millar de alumnos graduados en EGB en 15 años, muchos de los cuales hicieron FP o Bachillerato e incluso algunos llegaron a la universidad, y la construcción en el barrio del colegio público Miguel Hernández, que en 1985 recogió el testigo de esta escuela olvidada.

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