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Urbanismo

El resurgir del templo del modernismo de l´Eixample

Trece años después de su premiada rehabilitación y tras un giro en la gestión, el Mercado de Colón se dinamiza como espacio de ocio y restauración y alcanza su casi plena ocupación

El resurgir del templo del modernismo de l´Eixample

El centenario Mercado de Colón, de ubicación estratégica en el corazón de l´Eixample, coge impulso como enclave lúdico para los valencianos trece años después de su rehabilitación integral. La intervención en este mercado de estilo modernista, de estructura de hierro y esmerada decoración cerámica, parece haber superado una primera etapa, marcada por la crisis, en la que ha funcionado a medio gas. Un giro en la gestión y un mínimo plan de usos comercial han dinamizado en los últimos tres años este recinto, del que la anterior alcaldesa, Rita Barberá, dijo que sería el «Covent Garden» valenciano. En realidad el Mercado de Colón tiene poco que ver con la famosa lonja londinense, una combinación de pequeños comercios con encanto, restauración y música. Así lo asegura el actual gerente de Aumsa, José Antonio Martínez, quien aclara que «no pretendemos atraer al turismo, no estamos cerrados a la promoción turística, pero nuestro público es local». El responsable de la empresa municipal que gestiona el mercado no quiere que se les atiborre de turistas de paso, como ocurre en el Mercado Central, otro icono modernista de la ciudad.

Las obras del Mercado de Colón arrancaron en 1914 y su construcción se prolongó durante 28 meses. Se inauguró en 1917, por lo que este año el mercado está de celebración. El complejo fue diseñado por el arquitecto Francisco Mora aportando como novedad a este tipo de edificios su carácter abierto „fruto de las corrientes higienistas„ y su arquitectura de hierro, con un entramado de vigas, cerchas y pilares de fundición recuperado con gran acierto. La rehabilitación que el ayuntamiento llevó a cabo en 2003 le valió, entre otro, el reconocimiento de los premios de patrimonio histórico Europa Nostra.

La intervención fue muy compleja, recuerda el actual gerente del mercado, donde se habilitó una aparcamiento subterráneo de tres plantas. Hubo que hacer modificaciones del proyecto estructural y a mitad de intervención el director de obras, el arquitecto Luis López Silgo, se desmarcó del proyecto por discrepancias con el consistorio. La reforma, aunque reconocida por su calidad desde la perspectiva patrimonial, no fue completa. Así lo cree Ignacio Muelas de Nova Ingeniería, la empresa que asumió junto con Etienne Borgos la dirección de obra de la restauración tras la marcha de López Silgo. «Se podía haber hecho algo más imaginativo y vanguardista», afirma este ingeniero valenciano. La oferta del mercado, del que se descartó que volviera a ser una lonja al uso, «es pobre», considera Muelas.

El gerente de Aumsa admite que cuando asumió las riendas de la empresa, en 2013, ya había un interés por dinamizar el mercado. El ayuntamiento estaba preocupado porque el recinto, en cuya rehabilitación se invirtieron alrededor de 40 millones de euros -que aún se siguen pagando-, estaba medio vacío y «la imagen no era buena». Uno de los principales aciertos para dinamizar el complejo, cuyos espacios de restauración y comerciales actualmente están casi al cien por cien de ocupación, fue redistribuir el espacio que había en la planta sótano, donde en un principio se instaló la sucursal de música Corte Inglés. «Nos dimos cuenta de que lo que en ese momento funcionaba era la restauración y los comercios de menor tamaño», por lo que este espacio de redimensionó. Actualmente, hay dos locales que se van a liberar pero ya hay lista de espera y eso que los precios de arrendamiento no son baratos. Los seis locales con forma de cubo de la primera planta cuestan entre 3.000 y 6.000 euros al mes, mientras que los de la planta sótano están a precios más asequibles (15/20 euros el metro cuadrado). En el mercado se mantienen, como recuerdo de lo que fue, algunos vendedores de productos frescos. En concreto, una carnicería, una frutería y una pescadería, que ha sido germen del restaurante japonés que ha abierto en el mismo, donde también se ubica un restaurante del prestigioso chef Ricard Camarena.

Desde el punto de vista contable, el mercado funciona bien y cuadran ingresos y gastos, afirma el gerente de Aumsa, quien reconoce que hay espacio para la mejora. «Queremos ser un espacio de restauración, ocio, gastronomía y cultura», comenta. Y en este último punto asegura que «hay que insistir» apostando por un programa cultural con exposiciones y música. El mercado de Colón «es un magnífico contenedor artístico».

De estructura basilical, el Mercado de Colón, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), está formado por tres naves de estructura metálica a base de arcos y cerchas de celosía. Una estructura airosa enmarcada por dos fachadas de ladrillo con arcos de imponentes dimensiones y decoradas con un amplio repertorio de figuras escultóricas, propio de la fachada de una catedral, con viandas de distinto género desde volatería (pavos, patos y faisanes) hasta carnicería, pescados y moluscos, entre los que destaca el caracol (icono «gaudiniano» del mercado), frutas y hortalizas.

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