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La doble recalificación para apoyar al Valencia CF no llegó a buen puerto

Barberá aprobó la venta del viejo Mestalla e impulsó un nuevo estadio, pero ambos proyectos quedaron varados

El 10 de noviembre de 2006, se han cumplido ahora 10 años, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, fue la gran protagonista, junto al presidente del Valencia CF, Juan Soler, de la fastuosa presentación, en la Ciutat de les Arts i les Ciències, de la maqueta del Nou Mestalla. El nuevo estadio del Valencia CF iba a convertirse en un recinto «cinco estrellas», con capacidad para 70.000 espectadores y con una pista olímpica de atletismo, llamado a albergar el Mundial de Atletismo en 2009 y la final de Champions en 2010. El estadio estaría listo, según explicó Soler, en mayo de 2009.

Poco antes, en octubre de 2006, el pleno del Ayuntamiento de Valencia, gobernado por Rita Barberá, había aprobado una doble recalificación a fin de beneficiar a la entidad de Mestalla: el solar del viejo estadio, donde el club esperaba edificar 750 viviendas y una gran área comercial ingresando unos 300 millones, y la privatización de una parcela pública en la avenida de las Cortes Valencianas para alojar el nuevo campo, donde el equipo de fútbol confiaba en empezar a jugar en 2009.

Pinchazo inmobiliario

Los dos ambiciosos proyectos quedaron varados como consecuencia de la mala gestión de los dirigentes del Valencia (primero Juan Soler y después Vicente Soriano), pero sobre todo como resultado del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la posterior brutal crisis económica. Ni se han vendido las parcelas del viejo Mestalla ni se ha logrado terminar el nuevo campo, cuyas obras están paradas por falta de presupuesto desde febrero de 2009, hace ya siete años.

El Valencia ha invertido 150 millones de euros en un estadio a medio construir y necesitaría otros 150 para concluirlo. El propietario del club desde 2014, el millonario singapurés Peter Lim, no ha mostrado interés en acabar el campo. La presidenta, Layhoon Chan, anunció en la pasada junta de accionistas que el estadio no estará terminado para el centenario del club, en 2019.

Barberá mantuvo durante años mucha complicidad con los dirigentes de la sociedad de Mestalla. Y acompañó al equipo en los momentos más dulces: las finales de Champions perdidas, primero en París, en 2000 ante el Madrid, y después en Milán, en 2001, ante el Bayern; las Ligas ganadas con Benítez (2002 y 2004); y el título de Copa de la UEFA conquistado en Gotemburgo en 2004 frente al Marsella.

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