Decenas de personas se pasaron ayer por el portal donde vivía Rita Barberá, en la Glorieta de Valencia, para dejar flores y rendir su último homenaje a la que durante 24 años fue su alcaldesa y, para muchos, su vecina más ilustre.

Todo el mundo conocía, en ocasiones para mal, cuál era la residencia de Barberá y ayer su patio se convirtió en un espacio de condolencia y recuerdo, un "altar" donde la persona se imponía a la condición política del personaje.

No fue el único escenario que recogió el homenaje improvisado y espontáneo de los centenares de valencianos que, desde la tarde de ayer miércoles, han querido manifestar su dolor por la pérdida de Rita Barberá: el Ayuntamiento de Valencia abrió su Salón de Cristal para que los ciudadanos que así lo deseasen pudieran firmar en el libro de condolencias instalado para la ocasión. Desde el primer momento se registró una gran afluencia que, esta mañana, ha superado todas las expectativas al generar una larguísima cola.

Al mediodía, la gente que esperaba para poder firmar en el libro municipal de condolencias por el fallecimiento de Barberá era tanta que la cola daba la vuelta a toda la manzana del edificio del Ayuntamiento de Valencia.

Mientras, en el portal de la exalcaldesa de Valencia seguían recibiéndose pequeñas ofrendas compuestas por flores, fotos, velas y sentidos mensajes de pésame por la muerte de Barberá.