Alrededor de las 15.15 horas de la tarde y con el tanatorio municipal lleno hasta la bandera, hizo su aparición el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, acompañado de su esposa Elvira Fernández y de la secretaria general y ministra Dolores de Cospedal. Con semblante serio, Rajoy se plantó delante de la nube de periodistas y fotógrafos que le esperaba a la entrada del tanatorio para hacer una declaración breve y muy medida en la que glosó las bondades de la Barberá como alcaldesa y como mujer. Con casi un hilo de voz, recordó una amistad que se remonta a los años 90, al tiempo que mostro su orgullo por haber sido su amigo: «Fue un enorme honor ser amigo y compañero de partido», indicó Rajoy. «Fue una extraordinaria alcaldesa que cambió Valencia como nadie había hecho en ningún otro lugar de España».

«Vengo aquí como presidente del PP y amigo de Rita. La conozco desde hace más de 30 años, hemos trabajado juntos en el partido y me cupo el honor de haberle ayudado en 1991 a negociar su llegada a la alcaldía de Valencia», relató. «Fue una extraordinaria alcaldesa, una persona generosa, amable, afable, luchadora, que defendía con convicción aquello en lo que creía». «Para mí, que compartí mucho con ella en el PP, ha sido un enorme honor ser su amigo y por eso estoy aquí, como muchos otros militantes del partido», añadió.

Dicho esto y sin admitir más preguntas, Rajoy entró al recinto en dirección a la sala donde se encontraban los familiares de la exsenadora territorial. La presencia de Rajoy era esperada. El partido había confirmado el día anterior que acudiría al responso y cabía la duda de cómo sería recibido. Aunque el presidente del Gobierno aguantó a Rita Barberá durante un tiempo, finalmente acabó cediendo a quienes en el partido le sugerían que la dejara caer. En cierto modo, era su amiga o seguir en la Moncloa y Rajoy eligió lo segundo. La muerte de Barberá ha desvelado que, con todo, la ruptura no fue definitiva y que el presidente del Gobierno seguía manteniendo un discreto contacto con la exalcaldesa.

Rajoy, con todo, tuvo que enfrentar las duras palabras de un amigo de Rita Barberá al entrar al tanatorio: «¿A qué vienes Mariano? Con todo lo que ella os ha dado, la habéis dejado caer a la pobre; en vuestras conciencias pesará», le espetó. El presidente, no obstante, siguió caminado en dirección a la sala donde esperaban los familiares más directos. El mal trago del momento se quedó, sin embargo, en la citada anécdota. El resto de los asistentes no secundaron al espontáneo. A la salida del tanatorio, un grupo de los presentes despidió al presidente del Gobierno entre aplausos.

Cospedal, una de sus valedoras

La sensación entre los asistentes es que Rajoy había actuado correctamente al desplazarse a Valencia para dar el adiós a la exalcaldesa de Valencia. La presencia de Dolores de Cospedal tampoco extrañó a nadie. Es más, según comentaron algunos de los presentes que mantenían todavía contacto con Barberá, la hoy ministra de Defensa ha sido una de las voces que con más ahinco defendieron que había que cerrar filas con la exalcaldesa cuando comenzó la presión política y mediática por el caso Taula. Cospedal y Barberá habían llegado a tener una estrecha relación en el partido.