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Bibliografía

¿Quién fue la dama de rojo?

La conocida como la «alcaldesa imbatible» ha sido objeto de algunos análisis por parte de escritores y ensayistas - Salvador Barber y Josep Sorribes publicaron sendos libros en los que Rita Barberá era la protagonista

Barberá, en la Fira del llibre, con el libro infantil «Rita Gigante», de una colección de M. Valverde. j.g.poveda/Fira del llibre

El torrente literario aparentemente inagotable ofrece vericuetos por los que transitar en el bosque al que cantaba Perrault. Existe una leyenda sobre una dama de rojo que tiñó el Spa Garci, allá por 1940, pero aquello era una historia de amor. Los especialistas, sobre todo alemanes, conocen el misterio de otra dama de rojo, el descubrimiento de un mujer de hace 18.000 años que fue enterrada dos veces en la más profunda cueva de El Mirón (Cantabria), cuyo nombre refiere el color ocre que encontraron en sus huesos. Pero esto es arqueología.

Buceando en librerías y hemerotecas se encuentran algunas obras que aportan luz sobre la vida de la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que pasó por la imprenta siempre de la mano de otro, aunque una vez prologó un libro sobre Baltasar Rull, cuyo mandato en la Valencia de 1951 se caracterizó por los primeros tímidos intentos de ordenación urbana.

La periodista Pilar Urbano decía de ella que era «una mujer faenera». Respondía esta frase en 2001, en una entrevista por su libro Garzón: el hombre que veía amanecer. El profesor de Economía Josep Sorribes, asesor del exalcalde socialista Pérez Casado, dejó escrito Rita Barberá. El pensamiento vacío, en el que la calificó como «una maestra de la realidad virtual» con la capacidad de construir un mundo imaginario colectivo» y «saber venderlo». Sorribes venía a llenar el hueco que en 2007 existía en el análisis de su figura y definía a la primera munícipe como «conservadora, profunda, mediática, iluminada e hiperbólica». El libro está fuera de circulación.

El que sí se puede encontrar es el que publicó Salvador Barber, que pertenece a la misma generación que Barberá. Barber fue titulado en 1970 y empezó colaborando en Radio Popular, donde cubría la información municipal. En aquella etapa coincidió con Barberá, que entonces desarrollaba el mismo cometido para la SER. Quisieron los caminos que mientras ella se incorporaba a la política, él se especializara en la información. Así que en 2009, escribió La dama de rojo de la España azul (La esfera de los libros). Una mezcla de colores primarios se aventuraba, sin el consentimiento de su protagonista, a destripar a la «alcaldesa imbatible». El rojo que acompañó a la exalcaldesa era sinónimo de poder creativo. La imagen de una mujer fuerte y vital. Barberá acababa de lograr su cuarto mandato consecutivo tras derrotar a Carmen Alborch. Así que la pregunta era obligada. ¿Dónde radicaba su incombustibilidad? Barber rastreó desde los tiempos en que AP era una jungla caótica y en los que una «joven periodista de aspecto deportivo, carácter alegre y talante simpático» dejó de contar noticias para pasar a protagonizarlas. En el libro se encuentran piezas como Alcaldesa de los imposibles, ¿Intrigas o trabajas?, Cuatro años con Lizondo, Esta chica es una máquina, De El Cabanyal a Irak o Viento en popa a toda vela.

Barberá también ha compartido podium con otras grandes de España. Alfonso Ussía, el periodista sobrino de Milans del Bosch, escribió en 2009 Mujeres del reino (Ediciones B), donde recopila los 52 artículos que había publicado en la revista Tiempo. En el apartado de política: Carmen Chacón, Rita Barberá y Maria San Gil. En el terreno más cercano, Barbaritats Valencianes, de Xavi Castillo (Pot de Plom ) y Lalo Kubala, ofrece un trabajo en torno a lo que en valenciano se denominan «empastrades».

Y el más reciente es el del periodista Sergi Castillo, Yonkis del dinero. (Cuadrilátero de libros). Historias de la corrupción valenciana donde Rita también aparece. Barberá declaraba en el Supremo y fallecía dos días después. Lo que sí dejó dicho en uno de esos reportajes sobre lecturas en torno a la Fira del Llibre fue que, allá por 1997, estaba leyendo El conocimiento de la llama, de M. Veyrat, y que recomendaba leer «cualquier libro de Julián Marías, porque calma».

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