La repentina desaparición de Rita Barberá ha despertado una especial corriente de simpatía hacia su persona. Que se ha traducido, entre otras iniciativas, en la petición al ayuntamiento de que se rotule una calle a su nombre. Ayer, la plataforma ya había superado las 8.300 firmas, que no está nada mal. Sin embargo, los firmantes deben saber que no será un proceso rápido. Además de la voluntad del equipo de gobierno de turno, la petición debe pasar unos trámites por la comisión de Cultura que no son sencillos. Si lo consigue, Rita Barberá pasará a tener un recuerdo en la ciudad que la vio crecer y a la que ella hizo crecer durante sus 24 años de mandato.

Ser alcalde de Valencia no da derecho a tener una calle para la posteridad. Tanto es así, que tan sólo la cuarta parte de las ochenta personas que han ostentado la vara de mando en la ciudad. Las razones son imaginables: hay épocas, especialmente en la Restauración Borbónica y el Sexenio Democrático, en que el cargo es altamente efímero. Hay no pocos casos de alcaldes accidentales y las continuas crisis de gobierno suponían el relevo masivo de altos cargos que no pasaban por legislaturas ni sufragios universales. Y para que recibieran el reconocimiento, debían tener la mínima complicidad de un gobierno municipal ideológicamente cercano. Es lo que sucedió, por ejemplo, con los alcaldes republicanos José Cano Colma y Domingo Torres Maeso. El otro republicano, Gisbert Rico, también tiene una calle en un barrio relativamente nuevo, junto a la Ciudad de la Justicia.

Lo cierto, pues, es que el callejero de alcaldes es, en gran medida, caprichoso. Y ahora, además, está en revisión, como la avenida del Barón de Cárcer, primer alcalde franquista, como también lo es el Conde de Trénor. Hubo fiebres de dedicatorias, como los seis que lo recibieron alcaldes del periodo de Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera: Gurrea, Mira, Mariano Cuber, Albors, el General Avilés, Luis Oliag y el Marqués de Sotelo.

Calle a un alcalde asesinado

Aparte de las del Barón de Cárcer y el Marqués de Sotelo, la más distinguida es la del Conde de Salvatierra, el liberal conservador Francisco Maestre, que fue asesinado en 1920 en la misma ciudad que había regido en dos periodos.

Otro de los aristócratas que tiene calle es el Marqués de Campo: la que acoge el hospital Virgen del Consuelo. En pleno barrio del Carmen tiene la suya Nicolás García, el Marqués de Caro. Ruiz de Lihory es un pasaje que conecta Libreros, Paz y Mar. Y el doctor Sanchis Bergón conecta su calle con el edificio de Casa Caridad, entidad que él mismo presidió. También tienen calle el Conde de Almodóvar, Juan Piñol o José Maestre.