El futuro económico de Valencia pasa por el desarrollo del capital natural, cultural, productivo y social de la ciudad, todo ello en una marco metropolitano y con un componente social de modernidad, tolerancia, sostenibilidad e igualdad. Ese es, a grandes rasgos, el diagnóstico realizado ayer por la profesora Julia Salom, que cerró las Jornadas «Claves de la Economía Valenciana. Hacia una ciudad mediterránea sostenible», organizadas por la Concejalía de Desarrollo Económico y la Universitat de Valencia con el propósito de diseñar la estrategia de la ciudad para los próximos años.

Según dijo, para establecer ese modelo económico lo primero que hay que conocer son sus recursos, incluso aquellos que en principio no cuentan, porque a partir de ahí se debe diseñar la estrategia. Y el primer recurso que tiene Valencia es el natural, con la huerta a la cabeza, pero también con el Parque del Turia, el litoral o l´Albufera.

También debe contar el denominado patrimonio cultural, que, que solapa con el natural en el desarrollo del patrimonio de la huerta y que se amplía con el casco histórico o los monumentos protegidos. La potencialidad de todos estos elementos debe marcar la política de turismo y ocio, opina Salom.

En tercer lugar, se citó el capital productivo, que incluye el puerto, el tren de alta velocidad, el comercio o las universidades. En este punto, la profesora de la Universitat se refirió a los grandes eventos para destacar su aportación a la imagen externa y poner en valor los contenedores culturales que ha dejado.

Y todos estos recursos habría que gestionarlos „explicó Julia Salom„ desde un punto de vista territorial integrado. Es decir, cualquier estrategia debe incluir el área metropolitana y ser gestionada con una gobernanza común.

Para esta experta, hay un último recurso que es el capital social de Valencia, concretamente su aportación humana desde una mentalidad de modernidad, tolerancia e igualdad social.

Refiriéndose a la universidad, el decano de la Facultad de Económicas, José Manuel Pastor, destacó la aportación a corto y largo plazo de estas entidades académicas, que lejos de ser una carga, son muy rentables.