A los 86 años de edad ha fallecido el empresario de hostelería Pedro Castellanos García-Arista. Su óbito se produjo el 1 de enero a la una de la tarde, en su casa situada sobre el restaurante que hizo popular La Marcelina. Fue el desenlace de una grave enfermedad, que se le detectó seis meses antes. Hoy será enterrado en el Parque de La Paz.

Regentó La Marcelina durante 42 años, siendo el decano de los restaurantes de Valencia en activo, según explicaba él, pues fue fundado en 1888. Convirtió su local en un lugar especial, donde no faltaban nunca los eventos culturales y sociales, que tanto mimaba.

Había nacido en Cantabria, de joven marchó a París donde estuvo un tiempo trabajando como guitarrista en los restaurantes de aquella ciudad. De allí se dedicó a hacer giras con la guitarra por todo el mundo. En una de sus actuaciones recaló en Valencia, comió en La Marcelina y con el dinero ahorrado compró a su dueña, Marcelina Aparicio López, el popular comedor. Le privó mucho verlo instalado junto al mar, que le recordaba el de su Santander natal.

Era gran profesional de la hostelería, siendo su propietario director, cuando hacía falta se ponía a servir mesas. Era gran anfitrión. Y sabía rendir los honores a sus ilustres visitantes. Eran frecuentes las cenas homenajes a personalidades distinguidas que él mismo promovía y organizaba, como una manera de implicarse e insertarse en la vida de la sociedad valenciana.

Personalmente era muy coqueto, su enorme parecido con Humphrey Bogart, precía su hermano gemelo, hacía que se le girasen las miradas a su paso. Hace apenas tres años encontró a parte de su familia en México navegando por internet. Su padre marchó allí y en sus aventuras dejó huellas familiares. Fue a buscarles y se produjo el reencuentro con sus otros hermanos y sobrinos. Y ellos vinieron aquí a verle.

Hace dos años, Pedro Castellanos decidió a ceder la gestión, que no la propiedad, de La Marcelina al grupo La Cartuja, abandonando la dirección que ostentaba desde 1972, convirtiendo el local en un restaurante conocido hoy en medio mundo. «Ahora quiero vivir un poco la vida, estoy cansado y ha llegado la hora de que deje una ocupación tan esclava como la restauración», explicaba.