Un trabajador admite la problemática al reconocer a los periodistas: «Venís por la polémica de los abrigos...». El asunto es conocido por quienes atienden cada día a los pasajeros de una de las estaciones de tren más concurridas de la península: usuarios desprendiéndose del chaquetón ante el escáner en días particularmente fríos. Otra fuente interna asegura que hay «muchas reclamaciones de viajeros» por esa situación e incide: «Algunos se niegan a quitarse el abrigo en el control».

La molestia es pasajera pero acentúa la incomodidad de quienes aguardan a su tren en un vestíbulo que protege de la lluvia, no así del frío. Si la salida es especialmente temprana y la climatización de la sala de taquillas falla -como ocurre habitualmente, señalan miembros de la plantilla- la sensación es de espera a la «intemperie». El término es de otro de los trabajadores.

Esa zona de taquillas, la de atención al cliente, la entrada a la estación y la cafetería cuentan con calefacción. El amplio vestíbulo, sin embargo, se abre a los andenes y, salvo por el techado, es igual que estar en la calle. Es en ese espacio donde se realiza el control de acceso al tren, en condiciones inconcebibles en otras estaciones de referencia, caso de Atocha, donde se resguarda este trámite del frío exterior.

«Estás en la calle»

Son las 8.30 de la mañana y una cola de viajeros espera su AVE a Madrid, el de las 9.15. «Esto es como los aeropuertos: como es obligatorio, no te lo planteas», comenta sobre el control Conchín Martínez, de 68 años, abrigada hasta el mentón. Hace unos siete grados en la ciudad y cae una ligera llovizna. «Mejor estaría si estuviera cubierto del todo; hace mucho frío a estas horas de la mañana», apunta. «No lo había notado (el frío) nunca porque lo utilizo más en verano pero cuando he llegado hoy (por ayer) me he dado cuenta. Claro, estás en la calle...», se resigna Charo Marín.

«¿Te obligan a quitártelo?», se extraña Carmen Torres en referencia al abrigo. Delante de ella, se repite el mismo ritual: los encargados de seguridad piden a los pasajeros que se quiten la primera capa (en caso de chaquetas largas o abultadas) y las dejen en la cinta del escáner junto al equipaje.

Cuando se inauguró esta estación con la llegada del AVE a Madrid, en diciembre de 2010, las medidas de seguridad exigían pasar por el escáner únicamente el equipaje. Fue hace dos años cuando se extremó la seguridad en las terminales ferroviarias, con el aumento del nivel de alerta antiterrorista. Aunque muchos pasajeros primerizos desconocen que el control se asemeja hoy un poco más al de los aeropuertos, hace tiempo que la medida dejó de ser una novedad. No solo los viajeros se quitan la chaqueta para pasar al tren, también los empleados se han acostumbrado al mismo gesto al cruzar el arco.

Perpetua provisionalidad

Seis años lleva en funcionamiento la terminal de Joaquín Sorolla, la cual se alzó provisionalmente esperando el soterramiento de las vías y la construcción de la nueva estación central, que debe ser el destino definitivo del AVE. Condiciones como las descritas subrayan el carácter interino de la infraestructura y, a pesar del nexo de alta velocidad, aumentan la distancia precisamente con la estación de destino habitual, en Madrid, donde se minimizan las incomodidades para los pasajeros.

De los pasajeros preguntados en el vestíbulo de la estación, la mayoría desconocían que se tratara de una parada provisional. «Siempre se ha dicho que lo era, pero igual sigue aquí dentro de veinte años», señalaba con humor José Gallart, el único de todos ellos que recordaba el carácter transitorio de la terminal.

Este diario se puso ayer en contacto con Adif, empresa que gestiona la estación de Joaquín Sorolla, y espera respuesta para conocer si, en adelante, se tratarán de paliar las incomodidades por el frío en los controles de acceso.