Comprensión con las iglesias que hacen sonar sus campanas en la ciudad y comprensión hacia los vecinos que denuncian sus molestias. Es decir, respeto ante dos posturas ahora enfrentadas, pero que según el alcalde de Valencia, Joan Ribó, puede resolverse sentándose a negociar. El objetivo ha de ser mantener la tradición rebajando el sonido por debajo de los 55 decibelios que marca la ley, algo que técnicamente «es posible».

Durante su visita al anillo ciclista, el alcalde se refirió a las quejas de los vecinos por el ruido de las campanas en Ciutat Vella, concretamente en la parroquia de San Nicolás, y la decisión del ayuntamiento de prohibir su tañido en tanto en cuanto no se rebaje el sonido.

Según Ribó, «tenemos unas leyes sobre contaminación acústica que hizo el PP y cuando una emisión está por encima de lo que permite la ley, estamos obligados a cumplirla». «A mi me encanta escuchar por la noche las campanas del Micalet, a mi me encanta, pero hay que buscar una salida, porque tenemos que entender que hay vecinos que han presentado una denuncia, que han ido al Síndic de Greuges y que nosotros tenemos que tomar decisiones».

A su juicio, por tanto, «hay que hacer todo lo que sea posible» para mantener el toque de campanas manteniendo el sonido dentro de los límites máximos permitidos, cosa que, según dijo, es perfectamente posible.

Según Ribó, «hay sistemas eléctricos que si se baja la intensidad de las bobinas, se puede bajar el sonido». Y también «se puede bajar la masa del martillo que toca la campana y así podremos bajar la intensidad del sonido por debajo del límite permitido de los 55 decibelios».

Solución de consenso

El alcalde aseguró estar dispuesto a trabajar en una solución de consenso, «pero los que tocan las campanas, el cura de San Nicolás, etc., tienen que entender que si se presenta una denuncia y el Síndic de Greuges nos obliga a actuar, tenemos que actuar».

«Pero insistimos, todas las soluciones que podamos encontrar para que se cumpla la ley y se puedan tocar las campanas de una forma normal, a nosotros nos parecen perfectas. A mi las campanas me parecen encantadoras, porque creo que ayudan mucho al funcionamiento de la ciudad», dijo Ribó.

La máxima autoridad municipal explicó también que la ley contempla la excepción de aquellas campanas que son Bien de Interés Cultural (BIC), como es el caso del Micalet, por eso cree que la solución «más fácil es una solución técnica para bajar el impulso del martillo, o la masa del martillo, o amortiguar con alguna funda el martillo. Hay soluciones y los campaneros con los que hemos estado hablando dicen que es posible». Ribó reiteró que la ley hay que cumplirla y que basta con la denuncia de un vecino para que actúen en consecuencia.