Ciutat Vella contará en un plazo de dos años con una normativa urbanística unificada (en la actualidad hay más de 50 en vigor en este ámbito) que aumentará el número de edificios protegidos y revisará los usos permitidos para frenar el despoblamiento del centro histórico y la terciarización creciente de este entorno, donde existe una población flotante de 40.000 personas, de los que apenas 26.000 son vecinos, la mitad de los que había hace sesenta años.

El plan especial de protección (PEP) de Ciutat Vella que ayer anunció el concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià, establecerá un nuevo régimen de usos que fomentará el residencial en detrimento de las oficinas y limitará, aunque «sin planteamientos quijotescos», el fenómeno de los apartamentos turísticos que suscita las quejas de los vecinos de Ciutat Vella, en especial, del barrio de Carmen.

La nueva normativa blindará desde el plano urbanístico los comercios tradicionales - en vías de extinción en entornos como la plaza de la Reina y la calle San Vicente, por la presión de las franquias-. Para ello se baraja que las nuevas actividades y negocios que quieran instalarse en el centro histórico, al menos en los ámbitos de mayor protección patrimonial, pasen el filtro de la comisión municipal de patrimonio a las nuevas actividades, tal como se ha hecho ya en entornos como la plaza Redonda, donde no se permiten establecimientos que no tengan que ver con el comercio tradicional.

La conservación y recuperación del patrimonio histórico es una de las premisas del nuevo plan, que armonizará todos los planes de protección de entornos que se han aprobado en los últimos años, y que prevé la revisión de más de 500 edificios, la mayoría de uso residencial, que se consideran con valor desde el punto de vista patrimonial por contener elementos como restos de la muralla, para incorporarlos al catálogo de inmuebles protegidos municipal, donde ya hay 1.800 monumentos y edificios. Para hacerla efectiva, la protección de edificios irá acompañada necesariamente de ayudas económicas. El ayuntamiento baraja líneas de subvenciones como las de las Area de Rehabilitación (Arru) y ventajas fiscales.

El uso residencial se fomentará como «medida para reactivar este entorno»,explicó Ines Esteve, la arquitecta que dirigirá la redacción del plan especial que supondrá la derogación de los planes de reforma interior de hace 30 años con la intención de poner solución a la proliferación de solares y edificios ruinosos del centro histórico y que revisará planes como del de la muralla islámica para intentar desbloquear las unidades inviables por exceso de cargas.

Los objetivos del nuevo plan son generar un planeamiento homogéneo para Ciutat Vella que permita, entre otras cosas, agilizar licencias; crear más infraestructuras verdes y mejorar el espacio público, así como establecer un nuevo régimen de usos que permite corregir el desequilibrio dotacional -deficitario en colegios y centros sanitarios- del centro histórico, donde el predomino de las oficinas y los locales de hostelería predomina claramente.

El nuevo plan especial de Ciutat Vella también abordará el tema de la movilidad sostenible desde un punto de vista global. Tras las críticas que ha recibido el concejal de Movilidad, Giusseppe Grezzi, por las prisas en aplicar medidas para pacificar el tráfico, como peatonalizaciones y ampliación del carril-bici, Vicent Sarrià anunció ayer que, siguiendo la premisa de peatonalización progresiva de Ciutat Vella que recoge el plan de movilidad urbana sostenible, se hará un análisis global de la situación estudiando las propuestas de peatonalización, restricciones del tráfico y carriles bici para compatibilizarlas con las necesidades de todos los agentes. La prioridad será en todo caso el peatón y las aceras anchas que prevalecerán por encima del carril-bici.

El plan prevé la elaboración de un informe económico para evaluar la inversión necesaria para llevarlo a cabo y que fijará el orden de prioridades en Ciutat Vella, entre las que estarán la reurbanización de las plazas de la Reina y San Agustín.