Recorrer por primera vez el anillo ciclista de València es una sensación extraña, entre la satisfacción y la cautela. Conquistar un carril en la calzada en la ronda interior del «cap i casal» era un anhelo histórico de miles de usuarios de la bicicleta, y a pesar de que la ciudad ya estaba salpicada por decenas de kilómetros para los cicloturistas, esta obra representa un salto de gigante. Muchos amantes de las dos ruedas creen que ganarán adeptos gracias a esta infraestructura, la más importante que va a desarrollar el Govern de la Nau en este mandato, no tanto por el presupuesto (que no llega a los 900.000 euros), sino por lo que va a representar para la movilidad. Será una «revolución», porque nada volverá a ser igual tras su puesta en marcha. Si logra su objetivo de calmar el tráfico en el perímetro de Ciutat Vella el anillo ciclista recibirá el aplauso unánime. Pero también existe el temor real de que el centro se congestione de vehículos y aumente la polución.

El anillo ciclista, tramo a tramo

El anillo ciclista, tramo a tramo

El nuevo anillo ciclista no va a cambiar por sí solo la movilidad de la ciudad. Para que ésta sea sostenible, muchos automovilistas (básicamente aquellos que se mueven dentro de la ciudad) deberán concienciarse de que existen otros medios para desplazarse: ir andando, probar con la bicicleta o apostar por el transporte público. Pero el Ayuntamiento de València debe facilitar esta transición, ofreciendo aparcamientos en los barrios periféricos con lanzaderas al centro, mejorando la red de autobuses urbanos o incentivando los usos más «limpios». Será un camino largo, no exento de polémicas, y que pondrá a prueba la paciencia de muchos conductores. Así pues, el reto es mayúsculo.

El anillo ciclista no es una idea del Govern de la Nau. Era una reivindicación histórica de los colectivos ciudadanos que el Partido Popular puso en marcha casi en el tiempo de descuento de su último mandato, en el que llegó a licitar el proyecto, aunque con aspiraciones más bien modestas. Sin embargo, la Concejalía de Mobilitat Sostenible aprovechó que se paralizó su adjudicación para reformar por completo su concepción, mucho más ambiciosa.

Una modificación esencial

El cambio ha sido muy importante, ya que el carril bici ha pasado a tener 2,5 metros de ancho, para que dos bicis se crucen sin problemas. Además, los ciclistas disfrutan de señales de preferencia y marcas viales abundantes. Pero también ha significado una considerable mejora para el peatón, ya que se han aprovechado las obras para ampliar aceras o ganar un carril entero para los viandantes en Xàtiva. Las motocicletas son otras de las beneficiadas, con cientos de plazas de aparcamiento en la calzada que ya no invadirán las aceras. En cambio, el tráfico motorizado, en general, pierde protagonismo y presencia al reducirse su espacio en un carril en toda la ronda interior, aunque en zonas como Xàtiva pierden hasta tres carriles.

¿Y cómo es? Levante-EMV se propuso recorrer por completo el anillo ciclista para descubrir todos los detalles, sus puntos fuertes y aquellos que pueden generar conflictos. Aunque existen aún tramos en obras y hasta el próximo martes no se abrirá en su integridad, este periódico realizó el recorrido de 4,8 kilómetros sin mayores problemas.

Lo primero que llama la atención es la comodidad del carril bici. Su amplitud es todo un acierto. Pero tras completar la ronda interior con la bicicleta en aproximadamente 25 minutos (a ritmo pausado y respetando todas las normas), la sensación es que circular por el anillo ciclista puede resultar algo estresante por el enorme ruido de los motores de los vehículos.

Nuestro recorrido se inicia en una de las zonas ya abiertas, en el tramo del Pont de Fusta a la plaza Tetuán. Los vehículos pasan cerca de los ciclistas, pero los bordillos separadores dan seguridad a los usuarios. El punto más delicado está en el Pont de Trinitat, donde el carril se ha pintado de rojo para proteger la integridad de los usuarios. Una señal alerta a los conductores que las dos ruedas tienen preferencia y que han de ceder el paso. Algunos automovilistas ya lo han asimilado, pero otros invaden la zona reservada a los cicloturistas. Llevará un tiempo que se acostumbren y es inevitable pensar que puede llegar a ser un cruce peligroso. Precisamente por ello el refuerzo de pintura roja era necesario.

En la plaza Tetuán se han construido isletas nuevas, con más espacio para los viandantes. El anillo conecta con el carril bici que viene del Pont del Real. Este tramo pasa del exterior al interior de la calle para llegar hasta la Porta de la Mar. Las zonas más peligrosas para los ciclistas son las entradas y salidas de los aparcamientos. Aunque hay señales de preferencia, se echa de menos el tratamiento con pintura roja sobre el asfalto. Es habitual ver que los vehículos del estacionamiento subterráneo invaden el carril, obligando al usuario de la bici a detenerse o desviarse. El viandante, por cierto, cuenta ahora con aceras mucho más amplias.

De compras en bici

El inicio del tramo de Colón coincide con la conexión con Navarro Reverter y la del Pont de l´Exposició. El flujo de usuarios de las dos ruedas en esta zona es muy elevado, e incluso se llegan a formar pequeños atascos de bicis. En Colón las obras estaban finalizándose cuando este diario realizó el recorrido, pero pudimos ya comprobar todas las novedades que incluye. Por ejemplo, los abundantes aparcamientos de motos (de uso compartido con los coches por las noches). También la modificación a la altura de la calle Sorní, donde los coches ya no podrán incorporarse a Jorge Juan y los peatones tienen más espacio. Y un detalle importante, la instalación de aparcabicis para ir a comprar o a trabajar.

El siguiente tramo es el de la gran revolución. Se han suprimido dos carriles de tráfico motorizado, uno para el anillo ciclista y otro para los viandantes, que estarán separados por maceteros. Mobilitat Sostenible está convencida de que, a pesar de la pérdida de hasta dos carriles (o tres) en este tramo, el tráfico no se va resentir. Es más, incluso creen que mejorará la fluidez. Frente a la Estació del Nord se bajarán las motos de las aceras con nuevas plazas, al igual que la base de Valenbisi, ahora en la calzada. El resultado: todo mucho más despejado. En Xàtiva lo que más complicará la vida a los ciclistas es el acceso a garajes privados y el aparcamiento en cordón de coches, que restan visibilidad en muchos puntos. Habrá que ir con ojo al principio.

El siguiente tramo, el de Guillem de Castro, que fue el primero en inaugurarse parcialmente, destaca por contar con varios cruces señalados con pintura roja. Como la intersección con Jesús, donde el paso inferior parecía que causaría problemas por la estrechez de la calzada, pero tras unas semanas ya construido el carril la circulación no se ha resentido.

A partir de la calle del Hospital se han creado unas novedosas plazas de aparcamiento en cordón para las motos y en la intersección de la calle Quart, a la que acceden muchos vehículos, los ciclistas deben extremar las precauciones. La visibilidad es buena, pero todavía muchos conductores no respetan el carril bici.

Otra cuestión incómoda para los ciclistas en este tramo es que existen muchos vehículos estacionados en cordón, que al realizar la maniobra de aparcamiento invaden el carril bici. También existe posibilidad de colisión cuando abren sus puertas para descender de los coches.

Tras dejar el IVAM, el anillo ciclista discurre por el antiguo trazado sobre la acera hasta el Pont de Sant Josep. Ahí se desviará por el jardín paralelo al paso inferior de Blanqueries, y justo a la salida del túnel vuelve a la calzada. En las Torres de Serrano el carril para bicicletas incumple una de sus grandes promesas, la de no ir por la acera. Pero la estrechez de la calzada ha obligado a los técnicos de Mobilitat a ingeniar esta «complicada convivencia con los peatones», como reconoció el concejal Giuseppe Grezzi. El pequeño tramo hasta el Pont de Fusta se hará también por el interior del jardín.