Mariola Borrero es invidente y junto a Juan Diego González está al frente del Proyecto Válidos, en el que reivindican que el ocio sea accesible para todas las personas. No se ha perdido ninguna convocatoria de la Mesa de la Movilidad y asegura que cuando el concejal Giuseppe Grezzi les convocó para anunciar la nueva regulación del carril bus en València (en la que se pierden el 80 % de los estacionamientos nocturnos), recibieron la noticia «con gran satisfacción».

En aquella reunión se dieron cita también asociaciones de personas mayores, movilidad reducida o discapacidad sensorial, que han sido junto a los representantes del taxi, el transporte público y colectivos vecinales de Ciutat Vella y Russafa los que más han solicitado que se restrinja el aparcamiento. Por ello, asegura Borrero que no entiende las críticas que está recibiendo la medida. «Los que la critican es que no se ponen en la piel de los discapacitados», sostiene.

«Nuestro planteamiento siempre ha sido el mismo en todas las mesas de la movilidad. Queremos tener las mismas opciones de ocio que el resto de personas, pero si el autobús no se puede acercar a la parada, el invidente no puede subir al él, como tampoco el usuario de una silla de ruedas, ya que el conductor de la EMT no puede bajar la rampa», explica la miembro de Proyecto Válidos.

Cuestionada sobre si haciendo cumplir la ordenanza actual de prohibir aparcar en las zonas de paradas sería suficiente, asegura sin dudarlo que no: «La gente no lo ha respetado nunca. Si todo el mundo fuera más cívico, tal vez no habría que llegar a estas situaciones, pero se ha demostrado que no se respeta, por ello es necesaria esta medida. Muchas veces se critica por criticar, pero para las personas con movilidad reducida tener que parar en un lugar u otro es un problema, mientras que para las personas que no sufren ninguna discapacidad aparcar más cerca o más lejos tiene fácil solución».

Representantes políticos de la oposición, hosteleros y vecinos, tanto de la ciudad como de las poblaciones metropolitanas, han criticado la medida impulsada por el concejal Giuseppe Grezzi, pero Mariola Borrero considera desacertadas muchas de estas opiniones. «Esta medida no tiene color político, es una cuestión de civismo y de garantizar los derechos de las personas que tienen movilidad reducida».

Otra de las críticas que se argumentan es la falta de consenso, como ha denunciado la Federación de Vecinos, pero Borrero lo desmiente. «Yo he asistido a todas las reuniones de la mesa de la movilidad y considero que había un consenso amplio. Se ha hablado mucho de esta cuestión en todas las reuniones y se ha demostrado que esta medida afectaba a tan solo 1.500 coches en toda la ciudad. La verdad es que sorprende el revuelo que se ha armado», explica esta joven invidente.