No queda casi ninguna señal de que, en ese mismo asfalto, menos de 24 horas antes, se escribió una tragedia. No hay huella de frenazo y apenas una mancha rojiza recuerda el lugar en el que cayó la anciana en la tarde del domingo, arrollada por una motocicleta de gran cilindrada. La combinación entre dos presuntas infracciones, que están todavía pendientes de verificación, pero que es lo que aseguraban los testigos presenciales: que la mujer cruzara en rojo y que la moto circulara a demasiada velocidad. Pero ya son dos tragedias muy parecidas, suficiente para que adopte la condición de «punto negro» de la ciudad, como lo es el cruce de Blasco Ibáñez con Doctor Gómez Ferrer.

«Pero eso es lo que pasa todos los días». Es la queja unánime de los vecinos. La Avenida de Burjassot es, especialmente para los vehículos de dos ruedas, una autovía no autorizada. Es una recta de un kilómetro. El camino por el cual, como su nombre indica, el «cap i casal» se conectaba con la vecina población, no sin antes salvar un par de pasos a nivel. Es uno de los que se denominarían "camino viejo", que sólo se vio descongestionado cuando la carretera de Ademuz creció, convertida ésta sí en autovía, y abrió accesos por la parte oeste. Ahora, la avenida de Burjassot es de sentido único con dos carriles. «Antes, cuando era de doble sentido, no teníamos este problema». El de los automóviles particulares suele estar interrumpido por vehículos que aparcan momentáneamente. El tráfico se desvía, pues, hacia el carril bus, pero la disposición de los semáforos permite alcanzar fácilmente velocidades de 70 kilómetros por hora, muy lejos del máximo permitido. «Y las motos van mucho más rápidas».

La avenida parte en dos Benicalap. En el cruce donde ocurrió la tragedia ayer estaba todo cerrado. Sólo hay transeúntes. «Si no fuera porque los coches paran en doble fila, aún sería peor. Pero lo de las motos es de escándalo». No hace falta mucho tiempo para comprobarlo in situ. Los pilotos aprovechan el «efecto ola» para cruzar la vía en un visto y no visto. Ese exceso de velocidad es lo que también desencadenó la tragedia en 2015, cuando otro motorista perdió el control de su máquina y se estampó en la terraza de una cafetería, causando la muerte de otra anciana.

La vía no es angosta, pero sí tentadora. En el debate está la otra parte: la irresponsabilidad del peatón. «La avenida se cruza por cualquier parte. Como se ve venir el tráfico, parece que es fácil. Tampoco se respetan los semáforos. Pero cuando vienes a darte cuenta, el vehículo está muy cerca». De hecho, en el atropello del domingo parecen converger las dos causas para escribir la desgracia.