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Los contrastes de la ciudad

El jardín escondido y la travesía inmunda

La pequeña zona verde junto a la iglesia de San Agustín es una de las más desconocidas de la ciudad - El Carrer de les Reixes es un nido de suciedad

El jardín escondido y la travesía inmunda

Está a la vista de todos, pero pocos han reparado que estaba ahí. Es pequeño, aunque inmenso en su intención de oxigenar la mente y el cuerpo de quien da con él. En la calle Guillem de Castro, entre la iglesia de San Agustín y la antigua delegación de Hacienda, encontramos uno de los jardines más bellos de la ciudad. En el barrio vecino, El Mercat, a unos centenares de metros, el paseante puede tener la mala suerte de atravesar el Carrer de les Reixes, un lugar donde la higiene deja mucho que desear y en el que la luz es un bien escaso.

El jardín junto a la iglesia de San Agustín ocupa una de las parcelas con más historia de la ciudad, donde hace siglos se levantaba un convento agustino, protegido por la muralla cristiana, y tras el derribo de ambos, fue un espacio ocupado en la primera mitad del siglo XX por el antiguo mercado de Abastos, hasta que éste se trasladó a su ubicación actual. En este pequeño lugar hay portentosos ejemplares de níspero japonés, acompañados por naranjos y setos que convierten el conjunto en uno de los lugares más apacibles de la ciudad. Rodeado por una pequeña cerca de hierro, sus bancos de piedra son perfectos para detenerse unos minutos e intentar abstraerse del ruido de la ronda interior. Es fácil encontrar a personas disfrutar en soledad de su almuerzo, o simplemente permanecer sentadas disfrutando del inmenso verde que se cierne sobre sus cabezas.

La soledad no es un buen aliado, en cambio, en el Carrer de les Reixes, una travesía que une las calles de Juan de Vilarrasa y Peu de la Creu. A la falta de luz habitual en esta parte del centro histórico -dada la estrechez de sus vías-, se suma la suciedad habitual y el olor a orín casi permanente. Los vecinos de Velluters -aunque técnicamente pertenece al Mercat- se han quejado reiteradamente del lamentable estado del callejón, que cuenta con un extremo está peatonalizado y otro abierto, pero inmundo e indigno.

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