El nuevo paso dentro de la pacificación del tráfico en Ciutat Vella promovido desde el ayuntamiento tenía que pasar el peaje de la Mesa de Movilidad, donde los diferentes agentes ciudadanos recibirían las explicaciones y, a su vez, pondrían los peros al uso. Sin garantía de que la totalidad de alegaciones se atenderán o se considerarán viables pero que, por lo menos, se escucharán.

Una de las principales afirmaciones llegó desde una representante de los vecinos de Velluters, que mostró su escepticismo al global de las políticas aplicadas en Ciutat Vella: «Al final, esto va a acabar por ser un parque temático para el turista y el vecino importa cada vez menos. Estamos desapareciendo y al final esto da la sensación de que lo que va a provocar es que cambiemos el ruido de los coches por el de los turistas. Ahora mismo, esto de la peatonalización me da mucho miedo».

Algo parecido a lo que aseguraron en la Coordinadora del Carmen. «En Velluters no se puede vivir. No nos merecemos esto. Primero deben solucionar el problema de los vecinos y luego ya hablaremos de la peatonalización».

Palabra ésta, peatonalización, que ni el concejal Giuseppe Grezzi ni sus colaboradores quisieron pronunciar. De hecho, el asesor Vicent Torres se refirió a ella como «un imposible. Casi demagógico. Son barrios llenos de vados y, por consiguiente, con una gran cantidad de tráfico. Nosotros hablamos más de la coexistencia, de la prioridad peatonal. No podemos impedir la entrada de esos coches» o el propio Grezzi: «no es peatonalizar, sino crear ejes de preferencia peatonal».

Se explicaron los nuevos bucles de entrada y salida, cuatro en total y las propuestas para recuperar plazas para el peatón que ahora son apenas aparcamientos, así como ejes peatonales, incluyendo una prolongación del que viene por Bolsería hasta el Tossal y que seguiría por San Miguel.

Los distribuidores de bebidas y comerciantes subrayaron y reclamaron más zonas de carga y descarga y sin tener que compatibilizarla con los coches particulares. Pero ahí también hubo discrepancias entre los propios interlocutores, porque también otros agentes les reclamaban que, como en otras ciudades, esa carga y descarga acaba a primera hora de la mañana.

Desde el Mercado Central se pidió más servicio público para disfrutar del centro «o se destruirá el comercio» y se lanzaron propuestas desde un lado y otro de la mesa, como la de crear una red de intercambiadores que eviten la entrada masiva de autobuses al centro y que las líneas acaben en plazas exteriores, como en la zona del Parterre. «Piensen en los que viven, en el ciudadano» fue una de las ideas más extendidas en el debate.