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De la festa, la vespra

La Alameda estrenó la luz de gas en la Fira

La Alameda estrenó la luz de gas en la Fira

La primera edición de la Feria de Julio fue programada para los días 21 al 26 de junio de 1871, coincidiendo con la Feria Taurina de san Jaime. Hubo de todo, desde exposiciones a verbenas, pasando por fuegos artificiales. La campa ribereña estrenó farolas a gas para la ocasión, que no le costaron un duro a la ciudad gracias a la magnanimidad del patricio José Campo Pérez.

El espacio elegido para el acontecimiento ferial fue "el elegante Paseo de la Alameda, uno de los sitios más amenos y deliciosos de Valencia", en palabras de un cronista de la época. Muchos de los actos, debido al calor, fueron programados por el Ayuntamiento para las noches, aunque era una zona que no estaba iluminada.

La ciudad por aquellas fechas era iluminada por las noches con farolas de gas de la fábrica de los franceses Lecoq y Lebón, quienes comenzaron a alumbrar la ciudad en 1843, tras un convenio con el Ayuntamiento. La empresa de éstos fue comprada por José Campo, a quien Alfonso XII haría Marqués y senador vitalicio del Reino de España por su servicios de transporte por mar desde la metrópoli a las colonias, su valiosa aportación económica a los gastos de la guerra con Cuba y porque intentó comprar el a los ingleses el Peñón de Gibraltar por cinco millones de pesetas de las de entonces.

Multimillonario, Campo se dedicó a atender variopintas peticiones que se le hacía. Acudió el Ayuntamiento a él con el fin de que para la inminente primera Feria de Julio instalara alumbrado público de gas en la Alameda, pues no les restaba mucho tiempo y sólo disponía de un presupuesto de 12.000 reales. Accedió a la petición el magnate y en dos semanas se hizo las canalizaciones y plantificaron las farolas en la zona. Mano de obra, conducciones, farolas y hasta el propio gas le resultó gratis al Ayuntamiento. Hay que señalar que en aquellas obras se utilizó a presos de la cárcel.

Campo había sido alcalde de Valencia de 1843 a 1847. Adoquinó calles y plazas del centro de la ciudad, aunque antes hizo las conducciones del agua potables que se traía desde la presa de Manises. Alumbró con gas calles y plazas, comenzando por la Glorieta, y mientras vivió no cobró la factura del gas del alumbrado público a Valencia.

La iluminación de la feria la potenció extraordinariamente, pues es sabido que en julio sólo por las noches se puede disfrutar de la ciudad. Surgieron los barracones, que acabarían siendo hermosos y monumentales pabellones como el del Ayuntamiento con orquestinas para bailes y verbenas. Una de las casetas era la del Cuerpo de Bomberos, la que después de utilizar cada año le prendía fuego, como una falla, y ante el público la apagaba demostrando sus habilidades y tecnología.

Campo no daba puntada sin hilo. En 1852 inauguró el ferrocarril Valencia-Xàtiva-Almansa y el Valencia-Tarragona, concesiones con las que se había agenciado. A través del tren logró que a la Feria viniera mucha gente de fuera. Le fue tan bien que, pletórico. encargó al poeta Salvador Estellés la letra del «Himno al ferrocarril Grao-Valencia-Jàtiva».

Aquellas ferias fueron anunciadas con preciosos carteles de artistas de las corrientes modernistas, art déco, costumbrista o hiperrealista, como José Benlliure, Josep Renau, Manuel Monleón o Pascual Capuz. Nada que ver con la cartelería de escola de cagons de los amigos de la new age política actual.

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