«Una escuela pública debería ser accesible a todo el mundo», dice Lorena Osorio desde su silla de ruedas parada ante un muro de escaleras que le impide entrar a la sede de Viveros de la Escuela de Arte y Superior de Diseño (EASD) de València. Esta alumna de segundo de Diseño Gráfico con discapacidad física lleva un año reclamando sin éxito a la Conselleria de Educación que construya una rampa e instale un ascensor en el edificio de la calle Pintor Genaro Lahuerta que le permitan asistir a las asignaturas de su especialidad que se imparten allí.
La EASD cuenta con dos sedes: una más moderna en el barrio de Velluters, que si que es accesible a las personas con movilidad reducida, y otra en el viejo edificio de la antigua Escuela de Artes y Oficios de Viveros, donde no basta con instalar una rampa de acceso ya que por no tener no tiene ni ascensor que comunique las diferentes plantas. «Existen diversas asignaturas del Grado en Diseño Gráfico que solo se imparten en el edificio de Viveros, y al no estar debidamente adaptado, algunos estudiantes no podemos asistir a las clases de ningún modo, lo que nos obliga a tener que solicitar tutorías individuales a los profesores», explica Lorena.
La estudiante agradece la sensibilidad de la subdirección de la EASD y de sus profesores, «ellos si que se han preocupado y me han dado las clases en tutorías en la sede de Velluters». En cambio, lamenta no poder decir lo mismo del departamento del conseller Vicent Marzà. «Les envié una carta el verano pasado -explica mientras muestra el escrito con fecha del 28 de julio de 2016-, pero no he recibido respuesta», dice contrariada.
Pese al esfuerzo de los profesores de suplir las carencias del edificio, Lorena, se queja de que no está en igual de condiciones que el resto de sus compañeros: «aunque me den las clases en tutorías, no es lo mismo porque la asignatura es muy práctica al ser un taller de impresión y no tengo acceso a los medios que hay allí, como las maquinas cortadoras de láser».
En la sede de Viveros también están los platós de fotografía, a los que tampoco puede acceder. «Son instalaciones necesarias para hacer los proyectos del grado, y no poder pasar a ellos es una seria desventaja». «No poder estudiar fotografía en una Escuela de Diseño que es pública, y por tanto debería ser accesible a todo el mundo, no es de recibo», critica.
No es un caso aislado
Lorena asegura que su situación de desventaja no es un caso aislado: «No hablo por mi sola, hay otros compañeros en silla de ruedas que les ocurre lo mismo o les puede pasar en el futuro, pero no hace falta tener una discapacidad física para que esto te afecte ya que basta con que tengas un problema de movilidad que te impida subir escaleras aunque sea de forma temporal para que te sea difícil acudir a clase».
La estudiante cuenta que la dirección de la EASD ha mantenido reuniones con la gerencia del Instituto Superior de Enseñanzas Artísticas de la Comunitat Valenciana (Iseacv), organismo del que depende la escuela, y que conoce el problema de accesibilidad del edificio de Genaro Lahuerta pues tiene su sede en este edificio, y con la Conselleria de Educación. Finalmente, la Dirección Territorial de Educación transmitió el pasado febrero a la EASD que las obras de accesibilidad en la sede de Viveros «están programadas, pero no en previsión», según consta en un escrito de la subdirección de la Escuela que muestra la alumna.
Fuentes de la conselleria, a preguntas de Levante-EMV, explican que en estos momentos «se está trabajando de cara al próximo curso para trasladar las asignaturas que se cursan en la sede de Genaro Lahuerta al edificio de Velluters, que sí que está adaptado». Añaden que las materias que cursa Lorena «serán las prioritarias para pasar a Velluters».
