La Batalla de Flores es un festejo que tiene su particular sambódromo donde, si no es con localidad reservada, poco y sesgado se puede ver. Añádase, por lo alto, mil quinientas personas más que participan en las carrozas y coches de caballos. No hay más porque no caben más. Otra cosa es que le festejo pueda crecer con el paso de los años, aprovechando su actual poder de convocatoria, que es muchísimo.

Hoy, a las ocho de la tarde, la Alameda (que hace ya tiempo que está cerrada) ha acogido el acto final a un mes de actos repartidos por toda la ciudad y que han dado vida a ésta, tanto al centro como a los barrios más apartados. Un pequeño oasis en la rutina ciudadana.

Ayer fue el acto previo. Una fiesta, la de la «Punxà de la Flor», que también cuenta con su particular desborde. Resulta evidente que la gente tiene ganas de fiesta y la prueba de ello son los cientos y cientos de personas (incluyendo a las candidatas a fallera mayor de 2018) que participaron en la cena popular, una fiesta que sirve también para acercar a la ciudadanía a la Ciudad del Artista Fallero, el centro neurálgico, que no el único, donde se elaboran las carrozas.

Unas carrozas que ayer estaban siendo, por fin, recubiertas de flor. Las que pueden permitírselo. Con estampas muy especiales, incluyendo la presencia de numerosos artistas falleros de toda la vida, o la no menos característica de operarios o familiares a la puerta de los talleres, desmenuzando o incorporando los pinchos a cada flor que, después, se pega en el chasis.

La visita guiada de las falleras mayores y cortes de honor sirvió para que el maestro mayor, José Ramón Espuig, reivindicara la necesidad de mejorar las condiciones económicas. «Volvemos a lo de siempre: lo saben en el ayuntamiento, pero también lo sabemos nosotros: con las carrozas no se gana dinero. Cuando no se pierde», un comentario que reconocía el asesor Josep Lluis Marín, al hilo de la conversación, que recordaba que «hemos aumentado la dotación, que estaba tiempo parada. Es verdad que no todo lo que desearíamos, pero la intención es mejorar». El destino de las carrozas es, por una parte, reutilizar las ya existentes y, en el caso de las grandes, las que reciben doce mil o seis mil euros, según categoría, tratar de reciclar el material. Algunas de las figuras corpóreas se podrán ver, posiblemente, en las fallas del próximo año, una vez despojadas de la flor, retocadas y pintadas. Dentro del habitual carácter de los artistas, la competición les hace preparar creaciones que son versiones en pequeño de fallas de alta competición. «Siempre hacemos lo mismo: más de lo que toca».

De una forma o de otra, la Batalla de Flores se convertirá pronto en Bien de Interés Cultural. Aunque hasta para eso hay rifirrafe, lo que demuestra que es un acto que cotiza al alza. Ayer Ciudadanos se quejaba de que, en el expediente de tramitación, hay un acuerdo explícito de apoyo por parte de Compromís, mientras que fueron ellos quienes, en septiembre de 2016, dieron el primer paso al solicitar su declaración como Fiesta de Interés Turístico de la Comunitat Valenciana.