Sinceramente, cuando tomó las riendas de esto, pensó que iba a involucrarse tanto, porque me dicen que viene todos los días, que conoce a todos los empleados y que también se recorre las instalaciones.
Todos los días no, pero muy a menudo sí. Para entender esto has de pasearte mucho por el parque y hablar mucho con la gente. Casi todos los que trabajaban aquí, a excepción de los cargos directivos, se han quedado con nosotros (veterinarios, biólogos...). Ellos son los que te hacen ver las cosas desde otro punto de vista.
¿Qué destacaría de estos dos años de gestión?
El colmo ha sido el nacimiento de la beluga «Kylu», porque íbamos con muchísimo miedo. Durante 40 días hubo guardias de 24 horas continuas en el ártico, con temperaturas gélidas. Lo del beluguito ha sido como un milagro.
Últimamente nos alertan también del impacto del exceso de ruido en los fondos marinos.
La contaminación del ruido en los fondos marinos es crucial pararla, porque muchos animales se comunican por sonar y el vínculo entre madres e hijos es el sonido. Por eso, muchos varamientos se producen porque se desorientan. Es alucinante ver cómo se comunican el bebé beluga y su madre, y estamos probando con el padre, al que hemos colocado cerca para que empiece a familiarizarse y ver cómo reacciona.
