Caminar por el centro de València es transitar, literalmente, sobre los pasos de los soldados romanos que la fundaron en el año 138 a. C. gracias a la concesión que les otorgó el cónsul romano Décimo Junio Bruto Galaico como recompensa a la gallardía y coraje de sus hombres. Hoy, sin embargo, y más allá de ciertos elementos puntuales, ese pasado queda desdibujado y soterrado bajo las nuevas construcciones. No obstante, para el ojo atento, para aquel que se fija en los pequeños detalles, hay más recuerdos de aquella época inaugural de lo que se podría pensar. Tres de ellos son, precisamente, las inscripciones romanas que el Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio acaba de solicitar al ayuntamiento y a la Generalitat Valenciana, que sean consideradas como Bien de Interés Cultural (BIC) debido a su «carácter singular y único, que dan testimonio de la historia de la ciudad en la época romana».

Estas tres inscripciones se encuentran situadas en calles muy concurridas y céntricas como son la calle de Barchilla, la del Trinquete de Caballeros o la Vidal. Pero no suelen atraer el foco de los turistas, ni siquiera la atención de los propios vecinos. No obstante, cada una de ellas esconde un pasado peculiar y constituyen una prueba viva de la antigüedad y la riqueza cultural de València.

Por ejemplo, la placa que se encuentra en la calle de Barchilla, debajo del mismo arco que une la Catedral y el Palacio Arzobispal, y por el que pasan miles de turistas cada año, data del año 35 d.C., pero fue, lastimosamente, borrada en el siglo XVIII por «mostrar la relación homosexual (amico optimo) entre dos hombres de la Valentia Romana», como indican desde el Círculo presidido por César Guardeño.

Este epitafio sepulcral en un bloque de caliza, de 64x97 metros, se encuentra a unos tres metros del suelo y tenía también una función práctica. Sí, porque, según el propio Guardeño, «se cree que esta piedra era usada por los carpinteros que construían barxillas (medida tradicional usada antes del sistema métrico), que se acercaban hasta este molde para comprobar que su caja se ajustaba a la medida oficial».

Sevirato augustal

Por su parte, la incripción romana de la calle Trinquete de Caballeros, entre el número 1 y 3, que sí se puede leer todavía, es un pedestal de Caliza hecho con mármol del Buixcarró (que ya gozaba de prestigio en aquella época), de 90x38 cm. Y cuya superficie está «ligeramente dañada». Desde el Círculo se indica que las personas a las que se refiere eran libertos que usaban el servirato augustal, una institución urbana semioficial, como casi su única forma de promoción social, pues su situación jurídica les impedía ejercer cualquier cargo oficial. De este modo, Guardeño, considera que este sevirato es «un factor clave para estudiar la movilidad social en el Alto Imperio Romano».

Pareja de libertos

La tercera inscripción, la de la calle Vidal, número cinco, es un pedestal de caliza, de 64x46 cm, cuya gran parte de su lado izquierdo están destruidas y su última línea muy desdibujada. Por lo que respecta a los protagonistas de esta inscripción, desde el Círculo se explica que debieron ser «un marido y mujer libertos por un patrón con el nomen Biccius».

Dada la relevancia cultural e histórica para la ciudad de estas tres inscripciones, desde el Círculo se pide su inclusión como Bien de Interés Cultural porque esta es «la máxima protección y reconocimiento posible». Y también se solicita que se actualice, de forma coordinada, «el catálogo de bienes y espacios protegidos del Ayuntamiento de València».