El Ciclo Integral del Agua de València ha dado por neutralizada toda posibilidad de que el gran tapón de 1 kilómetro de largo que obstruye el colector norte de la ciudad acabe vertiendo aguas fecales a la superficie. Así lo aseguraron ayer fuentes de este servicio municipal, que ahora prepara una gran operación para eliminar ese tapón y otros más pequeños producidos esencialmente por el vertido de toallitas higiénicas. Ante la imposibilidad de entrar en la tubería de residuales, se está instalando un sistema de poleas, motores y rastrillos que irán erosionando el tapón principal y arrastrando los residuos hasta las bocas exteriores, desde donde unas máquinas procederán a su extracción. Y cuando haya espacio dentro, entrarán equipos especiales, con respiración autónoma, sensores de gases y equipos especiales, para terminar el trabajo desde el interior.

Según explicó Antonio Llopis, jefe de servicio del Ciclo Integral del Agua, hay un tapón principal en el tramo II del colector que abarca un kilómetro y va desde la Ciudad de las Ciencias hasta Nazaret. Pero además, hay otros puntos, aguas arriba y aguas abajo -unos cuatro kilómetros-, donde también se han formado tapones más pequeños que ya están intentando diluir, uno de ellos, por ejemplo, en la Alameda, y otros entre el Centro Comercial el Saler y la depuradora de Pinedo.

Una obstrucción aún intacta

El gran problema, no obstante, está en el tapón principal, que una vez limpia la tubería de pluviales, se concentra en la tubería de aguas residuales, que va por la parte baja del colector y tiene un diámetro de 2,4 metros. Al tratarse de un tramo completamente obstruido, lo que se ha hecho, según Llopis, es acceder con máquinas a la conducción de las aguas pluviales, ya limpias, y empezar a sacar lo que se puede desde las ventanas que conectan esta tubería con la de aguas residuales, unos aliviaderos que están situados a unos 50 metros unos de otros. En total hay unos 40 en este tramo.

Ese trabajo ya se ha hecho, pero queda intacta la obstrucción entre ventana y ventana, por lo cual se hace necesaria poner en marcha una segunda fase que consiste en meter un cable de ventana a ventana, unirlo por arriba en forma de circuito cerrado, conectarle unos potentes motores que lo muevan circularmente y engancharle unos rastrillos que vayan circulando y arrancando los residuos. Esos restos llegarán a las «ventanas» y desde allí se irán sacando al exterior hasta que se haga hueco suficiente para que los especialistas puedan acceder a la tubería.

Equipos antigás y vacunas

Según Llopis, se trata de equipos especiales que trabajan con sensores antigás, equipos autónomos de respiración y equipos especiales, además de ir vacunados y preparados físicamente para afrontar una tarea «muy compleja». Mientras se están llevando a cabo estos trabajos, las aguas residuales han sido canalizadas por el colector de pluviales y por otros colectores alternativos que devuelven los residuos al otro lado del tapón para que sigan hasta la depuradora de Pinedo. Además, se recreció el aliviadero de pluviales para evitar que en un momento dado la acumulación de aguas acabara desbordando el colector y hubiera un vertido en superficie, situación que estuvo a punto de producirse, pero que ya está superada, aseguró Llopis.