Solo veinte pasos por una pasarela metálica separaban el mundo de Elena Guillen del de Rose Dawson. «Mira, como en Titanic... ¡Puedo volar!», gritaba llena de júbilo mientras su compañera se apresuraba a dispararle una foto. Y lo cierto es que con el yate de 35.000 euros en el que estaba montada podía hacer algo más que navegar.

En la Valencia Boat Show, organizado por la Unión de Empresas Náuticas (UEN), ninguna embarcación pasaba inadvertida: «En estos barcos cabe una casa entera, ¡son enormes! ¡Si tienen hasta electrodomésticos y todo!», contaba una animada Susana Martínez tras terminar el paseo dominguero por los más de 16.000 metros cuadrados de la exposición.

Y es que ayer cualquiera podía ser partícipe del salón náutico, tuviesen, o no, intención de comprar alguna de las más de 150 embarcaciones que exponía la Valencia Boat Show.

«Estábamos mirando los precios de los barcos, por si había suerte», decían Fernando y Elena García mientras observaban el expositor de barcos de ocasión, «pero la curiosidad mató al gato», añadieron entre risas. Y es que algunos de los barcos expuestos ayer rebasaban los 400.000 euros o, incluso, el millón y medio de euros: «Hay demasiados ceros ahí», bromeaban.

Sin embargo, también los habían con precios que no excedían los 30.000 euros. «A veces no es tanto el coste del barco como mantenerlo: pagar el amarre, el combustible...», contaba Mª Ángeles Membrilla. Ella, y dos amigos más, Vicen Galiana y Jesús Sáez, son todos unos expertos en la náutica. «Nosotros hemos ido a navegar por el río Júcar, en Cofrentes, cientos de veces». Ninguno de ellos tiene el título de patrón, «ni mucho menos», pero los integrantes de este trío son amantes de la pesca desde que tienen uso de razón. «Para estilos de navegantes, colores», se justificaban entre ellos.

Yates de Sunseeker, lanchas Cyclone adaptadas a personas con movilidad reducida y barcos a motor de la francesa Beneteau conformaban la otra gama de colores de los que Jesús, Vicen y M.ª Ángeles hablaban y que solo podrían permitirse en un retrato que colgarían, más tarde, en la nevera de su cocina.

Entre dichos barcos habían, incluso, aquellos nominados a la embarcación del año, cómo el Oceanis 55.1, de la francesa Beneteau, nominado al European Yacht of the Year 2018 en la categoría de crucero familiar, o la galardonada Manhattan 52, que ha recibido el premio al mejor barco a motor en 2017 en la categoría flybridge de hasta 55 pies.

Sin embargo, la Valencia Boat Show también contó con actividades gratuitas. No era difícil encontrar el lugar donde se celebraba: decenas de personas se amontonaban para esperar su turno en la actividad que los monitores de la Federación de Vela de la Comunitat organizaron junto a Bauhaus, patrocinador del salón, en la que ofrecían recorridos en velero gratuitos por la dársena interior de la Marina de València. En este recorrido los monitores de la Federación explicaban a los visitantes los conceptos básicos de la navegación a vela, así como las partes del barco y algunas nociones básicas de meteorología. «Es la manera que tiene Valencia Boat Show de introducir a los valencianos en el mundo de la náutica», contaban fuentes de la organización, «por esta razón es tan importante la jornada de puertas abiertas para nosotros, a pesar de no ser nuestro objetivo principal».

Y es que en las jornadas profesionales, los cuatros días previos de exposición a la jornada de puertas abiertas, tenían un público potencial: aquel que desease obtener nuevas embarcaciones que contasen, además, con servicios de calidad y un precio acorde a ello. Asimismo, los miles de metros del salón náutico contaban también con más de ochenta expositores que ofertaban desde ropa, hasta mástiles, hélices, sistema de navegación y motores para aquel que ya contase con una embarcación propia y solo necesitase renovarlo o reajustar algún detalle.

Aunque esta exposición había sido puesta en marcha por Fernando Jiménez, el nuevo presidente de UNE, como una manera de profesionalizar la exposición con respecto a la del año pasado, lo cierto es que, con la jornada de puertas abiertas, cualquiera de los 8.000 visitantes que llegaron ayer al Tinglado nº2 de la Marina de València podía entrar y disfrutar de un sueño inalcanzable, igual que lo hizo Elena subida en el que fuera su yate de 35.000 euros por unos instantes.