Los días 30 de abril y 2 de mayo de 1692, el Consell de la Ciutat deliberó y acordó que en lo sucesivo todos los días 9 de noviembre fuera fiesta en honor del Salvador de tot lo mona, la populosa imagen medieval del Cristo del Salvador que es conservada y venerada venerada en Valencia desde el siglo XIII en la iglesia de su nombre.

El gobierno municipal estaba muy agradecido con la imagen desde que en 1647 se le atribuyó el milagro de que lloviera lo suficiente sobre Valencia en tiempos de enromes sequía y las aguas sanearan la ciudad, lo que ayudó a que cesara una de las epidemias de peste que se cernió sobre la población, relata Orellana.

El canónigo e historiador Roque Chabás expone que una antigua mezquita de la ciudad de Valencia -había nueve y todas fueron cristianizadas- fue dedicada recién conquistada la urbe por Jaime I al Santo Salvador. El templo queda cerca del enclave donde estaba la puerta de la muralla árabe llamada de Bab-el-azachar (puerta de la Flor) y del primitivo palacio del Temple, punto estratégico del sistema defensivo moro donde los cristianos concentraron buena parte de su ofensiva. El historiador dominico Teixidor encontró un documento notarial de 1245 donde aparecía esta iglesia con el nombre del Salvador. En ella tiene su sede y culto esta escultura del Crucificado.

La imagen dice la tradición, con tintes de leyenda, procede de Beiruth, ciudad marinera de la antigua Fenicia -los fenicios también pasaron por estas costas y dejaron su impronta-, aunque su antigüedad se remonta mucho antes, al tiempo de las primitivas comunidades cristianas. En el Concilio de Nicea (año 325), Atanasio, obispo de Siria, quien conoció personalmente la imagen relató lo milagrosa que era, de cuyo costado llegó a manar sangre. Beirut sufrió invasión sarracena y los cristianos salvaron lo que pudieron sacándolo de aquellas tierras. Hasta aquí cuentan las crónicas de distintos historiadores de Valencia llegó la portentosa imagen que aún se conserva en la iglesia de la calle Trinitarios.

El esquema del relato, casi coincidente en todos ellos, detalla que arribó a nuestra costa desde mar adentro un 9 de noviembre de 1250. Cruilles lo sintetiza así: "Por aquella época una avenida notable del Túria tenia en espectacion á Valencia. Observóse que subia contra las corrientes una imagen de Jesús crucificado, con dos luces, una sobre cada estremo de los brazos de la cruz. Paró su curso al llegar frente a un torreón que existió hasta el derribo de las murallas€ donde estuvo la puerta de la Trinidad€ lograron sacarla de las aguas€ lo depositaron en el antiguo palacio del Cid, inmediato a la muralla".

Una lápida con inscripción latina fue puesta en el lugar el 20 de octubre de 1653 con una expresiva inscripción latina : "Detente, pasagero, e imita al Túria, besando esta ribera dichosa que recibió como prenda del divino amor la sagrada imagen del Salvador celestial que€ aportó maravillosamente contra el curso del mar y del rio". Al suceso fue erigido casalicio cubierto con la imagen del Cristo y el obispo Albalat abrazado a ella. En los avatares de la Guerra de la Independencia, 1809, el monumento quedó destruido. Hace pocos años fue erigido otro en la zona recordatorio del anterior.

La imagen del Cristo del Salvador fue destinada a la catedral, pero de allí, siguen contando los textos legendarios, desaparecía y acaba en la Iglesia del Salvador, siendo reclamada por la Catedral, hasta que el arzobispo Tomás de Villanueva resolvió que le Cristo se quedara en el Salvador, siendo él, con sus propios brazos quien lo entronizó en dicho templo.

Teodoro Llorente reseñó la imagen como "una de aquellas imponentes esculturas de la Edad Media, en las que se adunan realismo tosco y expresión ascética". Se ha escrito que la imagen "arribó sin el brazo derecho", medía "diez palmos" y "su rostro inspira respeto, piedad, afectos,€ tiene el pie izquierdo a la larga atravesado de una manera particular, sobre el derecho".