Tras la polémica y las diversas opiniones de los partidos políticos por la negativa del ayuntamiento a las ampliaciones propuestas por el ministerio de Fomento a la V-21 y la A-3, ahora llegan las mismas reservas hacia el proyecto de ampliación de la carretera V-31, también conocida como Pista de Silla.

Este proyecto registró su entrada en el consistorio el pasado 18 de noviembre, pero fue ayer cuando la Junta de Gobierno Local aprobó las alegaciones al mismo. En él Fomento prevé generar dos vías laterales de tipo colectoras-distribuidoras desde la A7 hasta la V30. De este modo, y en la misma línea que lo argumentado con los anteriores, el consistorio alega, fundamentalmente, que su política de movilidad, así como la de la Generalitat Valenciana, apuesta por la contención y reducción del tráfico privado, y no por mantener el actual modelo que, más bien, lo incrementa.

Desde el consistorio se argumenta que «no es factible acoger en el viario urbano más tráfico. Y, por tanto, no resulta conveniente un incremento de la capacidad viaria en la V-31». Pero este motivo no es el único que se tiene en cuenta para esta oposición, sino que se valoran cuestiones de contaminación acústica, de reducción de la huerta, de afección al Parque Natural de la Albufera o también del mayor impacto para los vecinos de la zona, que verían como el tráfico se acerca, aún más, a sus viviendas. Concretamente, en zonas como la Avenida Ausias March, entre la calle Joc de la Pilota y la rotonda con la Av. de Antonio Ferrandis, se aproximaría el muro de bajada del paso elevado del ferrocarril en torno a siete metros a las viviendas. Así, «se incrementarán las afecciones» que ya se producen a los residentes. Y lo mismo ocurriría para los vecinos de Castellar-Olivera, donde el consistorio teme que incluso desaparezcan elementos patrimoniales.

Afectación a la Albufera

Otro gran temor para el equipo de gobierno municipal es la afección que la ampliación prevista tendrá sobre la Albufera. Matizan que el proyecto de ampliación presentado por Fomento está constreñido en un lado por la proximidad de los edificios a la autovía, por lo que «el mayor desarrollo de los enlaces y la correspondiente ocupación de suelo se produce en su margen derecha, afectando al espacio protegido del parque Natural de la Albufera». Esto tendría impacto no solo en el suelo ocupado, sino también en la calidad del aire y en la mayor contaminación acústica y atmosférica, así como en las especies animales y vegetales.

En esta línea, muestran su preocupación por la afección sobre terrenos de cultivo de especial protección. Pues esta propuesta «generaría bolsas de terreno agrícola que verán comprometida su viabilidad agronómica y económica», indican. También temen que se verá afectada la red de sistema de riego tradicional de l'Horta, incluso la que es competencia del Tribunal de las Aguas (Patrimonio Inmaterial de la Unesco).

Desde el ayuntamiento dicen no entender cómo el Estudio de Impacto ambiental (EIA) presentado considera que la ampliación de la V-21, y del tráfico, contribuirá a reducir la contaminación. Aseguran que las retenciones se seguirán produciendo en el primer semáforo de la ciudad, mientras que más velocidad provocarían mayores emisiones, no menos. Además, matizan que la previsión de tráfico de la vía es menor que la prevista. Así, la concejala de Vivienda, María Oliver, explicaba ayer que «hablamos de 148.000 vehículos y en este momento hay 115.000, lo que refuerza la tesis de que desde hace diez o quince años hay sensibilización ciudadana y la gente se lo piensa antes de usar el coche». Este es el modelo que ellos quieren promover, apostando por mejorar el transporte público, sobre todo en barrios periféricos como los afectados por esta actuación. Finalmente, Oliver indicó que «el impacto que se plantea sobre esta obra es mejorable» por lo que exige «que se escuche de manera coordinada a los ayuntamientos y la Generalitat a la hora de tomar decisiones en nuestro territorio».