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Testimonios

"Por fin podemos cruzar"

Las personas con movilidad reducida celebran el cambio porque la pasarela era «imposible»

Joel y Fernando, junto al paso que les ha cambiado las rutinas para bien. m. d.

En la hora punta de ayer, el tráfico discurría con normalidad. A pesar de que las máquinas trabajan sin parar, no se produjo ningún atasco relevante a la hora de comer. El intervalo secuencial es de dos minutos: 70 segundos para los automóviles; diez para el paso de cebra en dirección norte y 40 más para las dos calzadas.

El temporizador se pone a funcionar cuando falta casi medio minuto, con lo que aquel que cruza le da tiempo a darse prisa o a desistir de pasar la vía y esperar a mejor ocasión. Cruzada a ritmo pausado se tarda medio minuto en pasar todos los carriles de un lado a otro.

Lo peor que tienen, a simple vista, los pasos de cebra, es su provisionalidad. Eso también lo hacen saber los vecinos. Sobre todo porque, como dice Luis Ángel, «ahora quitan las pasarelas, pero a ver cuanto tardan en hacer unos pasos como Dios manda».

Porque, de momento, los dos provisionales son muy rudimentarios. El primero en dirección salida, el que da enfrente al Parque del Oeste, está más o menos bien, pero ha quedado provisional: pintado de amarillo y estrecho. El que conecta las calles Burgos y Santa Cruz de Tenerife es un galimatías, trazando una «ese» en la mediana y recurriendo a una rampita de cemento para poder subir a la acera. A su lado, la pasarela ya está eliminada y sólo perviven, vallados, las bases de acceso.

Preguntando a los vecinos es cuando se aprenden algunas costumbres que existían en la contornada. Y la más extendida era la de aprovechar el paso inferior del metro de Avenida del Cid. Y es que esto forma parte de la propia educación urbana: el peatón, por definición, tiene prisa. Le fastidia tener que esperar. Y ante la perspectiva de subir el paso elevado (que, quiérase o no, no es la más cómoda del mundo), y ante el evidente peligro que suponía cruzar la calzada, no son pocos los que optaban por emplear el improvisado paso inferior.

Los ciclistas encuestados no son partidarios del cambio, especialmente por ese motivo. Brenda asegura que «esto no es mejor porque antes no había que esperar. ¿La rampa del paso elevado? Se podía subir sin problemas». Otros de los contrarios al paso de cebra inciden en un aspecto relacionado con las personas mayores: «a ver si vamos a tener problemas de que quieran cruzar cuando ya está poniendo en rojo y tenemos un disgusto» dice José Ruiz, quien apunta como solución el «haber puesto ascensor a los pasos elevados para personas que lo necesitaran, igual que existe en el metro».

Por contra, las personas con movilidad reducida se nota que están especialmente contentas. Tanto los que van en vehículo adaptado como quien lo empuja. Joel tira del carro de Francisco, a quien ha llevado al parque. «Antes teníamos que ir hasta el paso de cebra del hospital. Esto es espectacular». Porque el paso elevado «era imposible de subir empujando. Aquello no estaba bien diseñado. El paso de cebra nos ha hecho un favor enorme». Lo mismo que Antonio Ademe. «En cuanto llovía, la silla de ruedas se me iba de un lado a otro. Era imposible de controlar. Ahora da gusto».

«No me gusta nada», dice Gladys. Porque los que están en contra tienen el argumento muy claro: «antes no tenías que esperar: subías la pasarela y ya está». Aún queda información por dar porque, inmediatamente, pregunta: «¿pero no la van a poner más adelante? Va a ser que no.

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