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Solidaridad

Los ángeles de la guarda de Asunción

La anciana intoxicada en el incendio de la calle Carteros se reencuentra con los policías locales que le salvaron la vida

Homenaje a sus 'ángeles' con placa

Homenaje a sus 'ángeles' con placa

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Homenaje a sus 'ángeles' con placa MOISÉS DOMÍNGUEZ | VALÈNCIA

Las historias siempre tienen un final. Y, en ocasiones, es feliz aunque al principio sea dramático.

«En agradecimiento por la valentía mostrada en su actuación en el incendio de la calle Carteros, 3 de València y poner en riesgo su vida sin pensarlo para salvar la mía. Gracias por siempre». Es lo que se grabó en cada una de las tres placas que otros tantos agentes de la policía local, David Ayllon, David Molina y Paco Vicente, recibieron de manos de Asunción, una madre, abuela y busabuela de 86 a quien salvaron la vida en el incendio del pasado tres de enero. Ahora, recuperada de las heridas y con la sensación de que se le aparecieron tres ángeles de la guarda, quiso agradecer en persona el gesto a los tres policías por haber protagonizado «un bello gesto ahora que estoy al final de mi vida». «¡Pero que se ha recuperado y está muy bien!» se le contestaba. «Ya, pero estoy mayor».

Como el final fue feliz, se puede revivir. «Estaba en casa (vive sola a pesar de tener tres hijas. Quiere seguir gozando de independencia) y en eso que oí ruido de gente bajando. Me asomé y sólo ví a un chico que me dijo que había mucho humo y que teníamos que bajar». Asunción dudó, entró para ponerse ropa de calle y para cuando salió, el hueco de la escalera ya era una chimenea. «Entré en pánico y me puse a pedir socorro». Para entonces había llegado la unidad de la Policía Local, que preparaba el camino para la actuación de los bomberos. «Nuestro primer recuerdo al abrir la puerta es la bocanada de calor. En ese momento escuchamos una voz muy débil pidiendo axilio: "ayuda,, que me muero" oíamos». Sin equipo y tan sólo con valor y sentido del deber hicieron varias intentonas hasta llegar a donde estaba Asunción. La sacaron a base de fuerza y la llevaron a la ambulancia. Allí también fue determinante la actuación de los servicios de emergencia porque le inyectaron en el momento un antídoto contra las sustancias tóxicas.

«La verdad es que no te lo piensas. Lo haces porque tu vocación es la de servicio. Y si la verdad es que a nosotros nos costó, lo que debió padecer esta mujer fue tremendo». Se cree que un minuto de distancia, segundo arriba, segundo abajo, separó los umbrales de la vida de Asunción. Que ayer se convertián, sin embargo, en una jornada de celebración. La casa quedó embadurnada por el humo del incendio, que se había producido algunas plantas más arriba, pero ahora ya está prácticamente adecentada del todo. Y ella estaba como un pincel. «La vemos ahora así de guapa y la recordamos cómo la sacamos y nos alegra mucho».

Reconocían en la familia, que los agentes se interesaron por su estado en el hospital. «A lo largo de la profesión te enfrentas a muchas cosas que van más allá de lo que la gente pueda pensarse de cortar la calle, dejar o no dejar pasar o poner o no poner una multa». Asunción, suecana instalada desde hace décadas en el barrio, dispone gracias a sus tres samaritanos de una nueva historia que contar y una nueva vida que disfrutar.

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